El anime japonés y la tradición venezolana se unen bajo la pluma de la artista Ivana Rouliez, una joven apasionada con la cultura nipona y orgullosa de sus raíces que desde los últimos años se ha dedicado a desarrollar obras de arte que buscan conectar los mayores valores nacionales con los personajes más icónicos de la industria de los dibujos animados del país asiático.