Víctor Ramos, originario de Venezuela, ha convertido su pasión por el arte en una carrera de renombre en el mundo del tatuaje a nivel internacional. Desde temprana edad, su talento para el dibujo y la pintura lo llevaron a explorar este universo lleno de color y expresión.
Geraldine González, reconocida periodista de arte y espectáculos, informó en nota de prensa que a sus 17 años de edad, el venezolano recibió sus primeras máquinas de tatuar, un regalo de parte de sus padres que marcó el inicio de su camino.
De los momentos que recuerda de su infancia, son aquellos en los que dibujaba junto a su abuela y su madre. El arte no solo era una distracción para él, sino también una conexión con lo más profundo de su ser. Sin embargo, no fue hasta años más tarde, en Mérida, Venezuela, que comenzó a formarse de manera profesional en este oficio. Posteriormente, su talento lo llevó a Ecuador, donde consolidó su carrera.
La trayectoria de Víctor ha sido un viaje de siete años lleno de experiencias enriquecedoras. El tatuaje le ha permitido conocer personas de diferentes partes del mundo, explorar culturas y vivir momentos inolvidables. Actualmente, reside en Madrid, España, desde hace dos años, una ciudad que lo ha acogido con los brazos abiertos y le ha brindado la oportunidad de seguir creciendo como artista.
A lo largo de su carrera, ha evolucionado constantemente. Si bien comenzó explorando el realismo en tonos grises, su estilo ha cambiado hacia un enfoque más surrealista y colorido.
"Cuando comencé como artista del tatuaje, mi inclinación fue hacia el realismo en tonos grises o «black and grey». Actualmente, prefiero trabajar en proyectos surrealistas a color en los que pueda sacar provecho de mi imaginación. Ese estilo es mi favorito", afirma el tatuador.
Estos grabados podrían ser considerados obras de arte personalizadas. Para lograr una pieza óptima, el artista expresa que dedica tiempo a escuchar las ideas y deseos de las personas, creando diseños que van más allá de lo estético, transmitiendo emociones y simbolismos. Su proceso creativo es una combinación de técnicas y emociones. Las sesiones de cada proyecto dependen de la complejidad del diseño; por ejemplo, un tatuaje en el área del antebrazo interno normalmente le toma una sesión.
Una de sus mayores satisfacciones es ver la reacción de sus clientes al finalizar un tatuaje. Sin embargo, esta industria también presenta desafíos. Cada diseño es una responsabilidad, y el margen de error es mínimo.
A pesar de lo complejo que puede resultar, se siente apasionado por su trabajo. "Es increíble ver cómo un diseño que nace de la imaginación cobra vida en la piel de otra persona", comenta.
Víctor Ramos es más que un tatuador; es un artista que utiliza la piel como lienzo. Su arte no conoce fronteras, y su pasión por el tatuaje lo impulsa a seguir creando y compartiendo su visión con el mundo.
Con sus diseños, invita a sus seguidores a sumergirse en un universo de fantasía y a descubrir la belleza que reside en él. Su deseo es seguir viajando, conocer nuevos estudios, asistir a convenciones y extender su arte hacia muchos países.
Los Ángeles / Redacción Web
