Cuando comenzaban las semifinales de la Liga Nacional de Básquetbol de Chile (LNB Chile) entre Leones de Quilpué y Universidad de Concepción (UDEC), el dolor en la mano derecha del base Sergio Mijares (Miranda, 1997) se hacía insoportable. El diagnóstico preliminar fue demoledor: desprendimiento del ligamento del pulgar.
"Emocionalmente la pasé muy mal, me cuestioné muchas cosas", confesó el barloventeño. "Me sentí desechado porque, además de no poder jugar, que es lo que me gusta, no podía ayudar a mis compañeros. Era terrible".
Para Mijares, la relación con sus compañeros trascendió el hecho de defender los mismos colores y por eso se sentía tan afectado. "Son mis amigos, y quizás por eso me adapté tan fácil al equipo", en esta, su primera temporada con los felinos.
Tratamiento kinesiológico y un segundo diagnóstico lo habilitaron para volver a la acción. "Me tengo que operar, pero mientras espero, juego. Te confieso que estoy 'guapeando' porque siento dolor, pero que me habiliten para jugar, estar con mis compañeros, siendo útil, ayudando… Es muy satisfactorio, lo disfruto mucho".
El mirandino resultó clave para que los felinos superaran en cinco juegos al Campanil del también barloventeño Carlos Milano, en una serie que reeditó las dos últimas finales del circuito; gracias a promedios de 8,4 puntos, 2,2 rebotes, 1,4 asistencias y un tarea defensiva solvente sobre los internacionales chilenos Sebastián Carrasco y Diego Silva. Además, fue el Más Valioso en el cuarto partido de la serie.
"Siempre tuvimos presente que nos enfrentábamos al actual campeón y eso siempre te obliga a dar un extra. Nos mantuvimos fieles a nuestra esencia, inclusive en los malos momentos que tuvimos en la serie como la pérdida (por lesión) de nuestro campanero Bradon (Peterson)".
Mijares interrumpe la conversación y se despide para ir a su acto de grado, recibir su título universitario y celebrar. "Todavía falta lo mejor".
Santiago de Chile / León Aguilar