Acercándose otro paso a organizar el primer torneo de Grand Slam de la pandemia del coronavirus, la Asociación de Tenis de Estados Unidos está a la espera de la aprobación del gobierno del estado de Nueva York para llevar a cabo el U.S. Open a partir de agosto en la ciudad de Nueva York, en estadios vacíos y bajo estrictos protocolos de salud.
“Estamos listos para seguir”, dijo el portavoz de la USTA Chris Widmaier en una entrevista telefónica, “siempre que recibamos todas las aprobaciones que requerimos”.
El anuncio formal podría darse esta misma semana.
“Hemos recibido una propuesta y la estamos analizando”, señaló Richard Azzopardi, portavoz de la oficina del gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, en un email.
Al igual que muchos deportes, las giras de tenis profesional fueron suspendidas desde marzo debido a la pandemia. El Abierto de Francia fue pospuesto en mayo y actualmente está programado a realizarse una semana después de la final del U.S. Open del 13 de septiembre; Wimbledon fue cancelado por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial en 1945.
Incluso si el estado aprueba la realización del U.S. Open, aún persiste una gran interrogante: ¿Qué jugadores participarían?
Nombres
Algunas de las máximas figuras, incluyendo a los número uno del mundo Novak Djokovic y Ashleigh Barty, así como el campeón defensor Rafael Nadal, han expresado sus reservas sobre viajar a Flushing Meadows, donde una de las instalaciones bajo techo fue utilizada como hospital temporal durante el punto más alto de la crisis de coronavirus en la ciudad.
La participación de Roger Federer quedó descartada por completo después de anunciar recientemente que se ausentará el resto del año después de someterse a una segunda cirugía artroscópica en la rodilla derecha. Cinco de los 20 títulos de Grand Slam del suizo fueron en el U.S. Open.
Con contratos de televisión internacional -incluyendo uno por un promedio anual de 70 millones de dólares de ESPN- para ayudar a compensar la pérdida de ingresos por entradas, y enfrentándose a una recesión que ya causó la reciente eliminación de más de 100 empleos en la USTA, la junta del organismo decidió proseguir con su máximo evento pese a las inquietudes del COVID-19 y los traslados internacionales.
Realidad
“Al final del día, existen tres factores involucrados en la toma de decisiones. El primero es crear un plan en el que la salud y la seguridad sean la prioridad. El segundo es sopesar si realizar el U.S. Open es lo correcto para el deporte del tenis. Y el tercero es analizar si puede realizarse de una manera que sea financieramente viable. Creemos que podemos alcanzar los tres objetivos”, señaló Widmaier. “Pero necesitamos hacerlo paso a paso, y una vez que se completen todos, entonces podremos realizar un anuncio oficial”.
El plan enviado a la oficina de Cuomo incluye: tribunas vacías; un número limitado de asistentes de los jugadores; hoteles asignados; mayor limpieza en las instalaciones del torneo; espacio adicional en los camerinos; toma de temperatura diaria y pruebas de diagnóstico ocasionales.
Nueva York / Howard Frendich / AP