La emigración venezolana ha llevado más allá de las fronteras las consecuencias del resquebrajamiento del sistema asistencial venezolano, al hacer evidente la actividad de enfermedades transmisibles que se daban por controladas en la región.
La emergencia, según señala un documento de la Organización Panamericana de la Salud, discutido hace poco en el consejo directivo de ese organismo, parece haber aparecido repentinamente: “Se han registrado brotes de difteria, sarampión y malaria que se han propagado con rapidez, afectando a muchos de los 23 estados del país y el Distrito Capital al mismo tiempo”, indica el texto que describe la crisis, bautizado con el rebuscado título de “Respuesta de la OPS para mantener una agenda eficaz de cooperación técnica en Venezuela y en los Estados miembros vecinos”.
Deterioro sanitario
La médica Marianella Herrera, presidenta del Observatorio Venezolano de la Salud, señala en cambio que la emergencia humanitaria venezolana ha sido de instalación lenta y progresiva, pese a que la OPS, así como otros organismos internacionales, parecen sorprenderse ahora por la magnitud del deterioro sanitario, que se expresa en cifras como los 1.217 casos y 168 muertes causadas por la difteria en los últimos 3 años; los 4.272 episodios de sarampión contabilizados desde 2017 o los 406.289 casos de malaria registrados solo el año pasado.
Los datos se conocen porque los difunde la propia OPS, pues no hay una fuente oficial venezolana que los dé a conocer. “Tal pareciera que los silencios epidemiológicos impuestos por las autoridades venezolanas cumplen el papel de ocultar la información para que no se sepa la verdad que permita tomar las medidas necesarias cuando hay un problema público de salud”, apunta Herrera.
Silencio oficial
El último boletín epidemiológico difundido oficialmente por el Ministerio de Salud corresponde a la semana final de 2016, y su publicación, en febrero de 2017, le costó el cargo poco después a la entonces ministra de Salud, Antonieta Caporale.
El documento había visto la luz luego de más de 15 meses de silencio sobre las epidemias del país y tenía datos que ya movían al escándalo: la mortalidad infantil había aumentado 30% con respecto a 2015, pues habían fallecido 11.466 niños menores de un año. Otro dato dramático en el boletín era que la mortalidad materna se había incrementado 66%, pues en el mismo período fallecieron 756 embarazadas.
Ese fue el último informe de su tipo del que se tiene noticia, lo cual significa que van 19 meses de silencio, en medio de la agudización de la crisis humanitaria incubada por la escasez de alimentos y medicinas.
El boletín epidemiológico, que se daba a conocer semanalmente, contenía información acerca de 72 enfermedades de notificación obligatoria en el país.
Caracas / Redacción web