Entre el 5% y el 7% de los varones recién nacidos, y el 10% de los prematuros, presentan una condición que aún no tiene una causa definida, pero que puede traerles graves consecuencias como adultos si no son tratados quirúrgicamente en sus primeros 18 meses de vida.
Se trata de la Criptorquidia, una patología conocida también como “testículo no descendido”. Y aunque no es dolorosa, puede llegar a atrofiar el testículo si no es llevado a su lugar natural en el escroto. De hecho, en su vida adulta, el hombre que ha padecido de criptorquidia y no fue atendido a tiempo, puede presentar infertilidad e incluso cáncer testicular.
La Dra. Cristina González Comunian, Cirujano Pediatra y del Adolescente, explica que los testículos se forman en el abdomen durante la etapa gestacional, y hacia el tercer trimestre del embarazo, descienden hasta su localización definitiva. “En algunos bebés, uno o ambos testículos no llegan al escroto, o bien ‘se esconden’, generando angustia en los padres.” En ambos casos, es necesaria la evaluación en consulta, donde luego de realizar el adecuado examen físico, el cirujano pediatra determina si se trata de Testículo Retráctil o de Criptorquidia, y establece la necesidad o no de una cirugía.
De acuerdo con la especialista, cuando el testículo no desciende y se encuentra en la región inguinal o intraabdominal, la temperatura regular del cuerpo (37º o 37, 5º) va a afectar sensiblemente su normal crecimiento y desarrollo, así como sus funciones, pues el testículo necesita estar a una temperatura no mayor de 34º, que es la que le provee el escroto.
“Si no lo descendemos, a la larga se va a atrofiar y habrá degeneración de sus células, lo que más adelante puede provocar infertilidad o el desarrollo de cáncer testicular”, advierte la especialista, al tiempo que señala que, un niño con testículo no descendido debe evaluarse de inmediato, pues a mayor edad mayor es el riesgo de daño.
Para corregir esta condición, el procedimiento es exclusivamente quirúrgico ya que no hay manera de hacer descender el testículo manualmente y reubicarlo.
Señala la cirujana pediatra que la cirugía para criptorquidia es bien tolerada por los pequeños pacientes y puede realizarse por laparoscopia o no, según sea el caso. “Como toda intervención, tiene sus retos porque dependemos mucho del tamaño o de la longitud de los elementos del cordón espermático, que contiene los vasos linfáticos, el conducto deferente y todo lo que le da Irrigación al testículo.”
Señala que el seguimiento de los pacientes operados de criptorquidia se realiza hasta por cuatro o cinco años después de haber sido intervenidos, para garantizar que la cirugía fue exitosa y el testículo se está desarrollando satisfactoriamente.
El tiempo o la edad óptima para realizar esta cirugía es alrededor del año, entre ocho y 12 meses, máximo hasta los 18 meses, comenta.
Es importante que, si hay alguna duda con respecto a la presencia de los testículos en el escroto, bien sea de uno o de ambos, hay que acudir inmediatamente a consulta porque los riesgos de complicaciones son altos. Esto incluye la torsión testicular, cuando está a nivel del conducto inguinal.
“Al no haber descendido completamente el o los testículos, sus medios de fijación no están debidamente desarrollados y se pueden torcer, es decir, se enrollan sobre sí mismos y eso implica una urgencia quirúrgica”, señala la especialista.
La Dra. González Comunian recomienda a los padres revisar a sus bebés, sobre todo cuando los están bañando o cuando les estén cambiando el pañal.
“Los testículos se pueden palpar de manera delicada y cuidadosa, para verificar que estén en su sitio; que el escroto esté parejo y no plano, por un lado, o completamente plano. Si tienen alguna duda, tienen que acudir a consulta con el cirujano pediatra para determinar efectivamente si se trata de una criptorquidia”, concluye.
Caracas / Redacción Web