Estudiar en el área metropolitana de Anzoátegui representa, en la actualidad, un desafío extraordinario, especialmente para los universitarios que son oriundos de otras regiones del estado o del país.
Los estudiantes, además de sus normales retos académicos, también deben enfrentar fallas en el transporte público y los gastos por concepto de alquiler y comida. Todo esto dentro de un contexto de hiperinflación.
“Cuando puedo mato tigritos y escribo para varios medios porque si me quedo sólo con lo que me manda mi padre, me muero de hambre”, expresó una veinteañera, delgada, de ojos verdes, que pidió no ser identificada porque “le da pena”.
El costo de un semestre de la carrera de Comunicación Social en la Universidad Santa María (USM) asciende a seis millones de bolívares. Para una familia que percibe sólo un ingreso mínimo (cinco millones 196 mil bolívares) pagar ese monto supone un sacrificio.
Otras instituciones técnicas, como el Instituto Universitario de Tecnología Industrial y Administración (Iuta), llegan a cobrar por un curso intensivo hasta 15 millones de bolívares.
“Yo me concentro en sacar buenas notas para que mis padres se sientan orgullosos y yo sentirme realizada”, sostuvo la joven.
Pagar la renta
En el caso de Rosa Rodríguez, quien nació en Carúpano, estado Sucre, estudiar en Anzoátegui le ha enseñado a mudarse y afrontar cambios drásticos, al mismo tiempo que se forma en la profesión que ama: el periodismo.
“He vivido en muchos sitios. En un lugar de Chuparín quisieron cobrarme cinco dólares, al cambio del mercado negro y pretendían aumentarme el pago cada dos meses”, relató Rodríguez.
La joven ha tenido que mudarse en varias ocasiones y logra sobrevivir, económicamente, gracias a la ayuda de su padre y hermano, con quienes comparte vivienda.
Actualmente, debe destinar ocho millones de bolívares para cancelar la renta de un pequeño anexo, ubicado en el sector Bella Vista de Puerto La Cruz.
La estudiante aseguró que es difícil mantenerse en un sólo sitio desde el inicio hasta el final de la carrera debido a los constantes “vaivenes” de la economía venezolana.
Yerucxa Guzmán / Puerto La Cruz