Desde Lechería.- “Una rosa pintada de azul es un motivo”, escribía Ítalo Pizzolante por allá por el mes de diciembre de 1966 en su hermosa canción ´Motivos´… En momentos cuando todo nos parecía posible, cuando soñar no costaba nada, y cuando, debido a las muchas posibilidades que ofrecía el país para emprender, la esperanza “flotaba en el aire”… Porque “una rosa pintada de azul” no era solamente una opción, sino que nos parecía totalmente probable, verosímil, admisible, aceptable, creíble, porque el país podía con todo. Porque la naciente democracia así lo garantizaba.
Pero todo eso cambió. Los actuales tiempos parecen parte de algún guión macabro de Bran Stoker o de Stephen King… Porque la realidad nos recuerda lo expuesto que estamos, lo vulnerable que somos, lo indefensos que lucimos, lo frágil que es nuestra institucionalidad, lo cambiante que resulta la interpretación de una ley de acuerdo con el interés del intérprete, o como el régimen decide quién come o deja de comer, quién trabaja o quién vive o muere. Así de sencillo.
Lo cierto es que estamos a merced de subterfugios y triquiñuelas, de aniquiladores, sátrapas y asesinos que sólo sueñan con exterminar al contrario porque ceder el poder no es opción, porque medirse electoralmente con transparencia no les es funcional, porque el adagio “el que la debe la teme” es su realidad más tangible, pues a ellos el mando los corrompió hasta niveles impensables materializando lo que dijera Lord Acto en 1887: “El poder corrompe”.
Y hoy más que nunca el régimen se ampara en el axioma “el fin justifica los medios” dándole vigencia al “Príncipe (1513) de Niccolo Maquiavelo, porque no les importa lo que piensen los venezolanos demócratas del país, la comunidad internacional o el mismísimo Vaticano… Sólo les interesa preservar el poder, atornillarse en el mismo, por eso violentan reiteradamente la Constitución, acortan los lapsos legales a capricho, sobreestimulan la división entre hermanos a través del chantaje del hambre, y enaltecen los antivalores y los vicios.
Y el cenit revolucionario del dogma de Maquiavelo es llamar a elecciones, pero con un garrote del tamaño de una iglesia… Porque lo vital es suprimir el libre albedrío del pueblo pensante a través de la amenaza y el amedrentamiento. Porque ya no importa el pacto social, el equilibrio entre los poderes públicos, o la gobernabilidad del país. Porque el “mazo” es el símbolo de lo que viene. Es la vía expedita para el control. Es la nueva espada de Damocles que igual “pende de un hilo” sobre la nación y que está presta a partirle el alma y el corazón.
Y mientras tanto, una diáspora de millones de venezolanos se aventura en cualquier lar a tras la búsqueda de oportunidades, posibilidades, o simplemente de paz… Porque las amputaciones que hemos sufrido en los últimos años no son sólo materiales, sino también emocionales y sin anestesia, por eso duelen tanto.
Al final de todo, amigo lector, nos preguntamos: ¿Qué nos puede motivar hoy? ¿Un reencuentro familiar? ¿Un amor desinteresado? ¿Comida nutritiva a buen precio? ¿El derecho a soñar en libertad? ¿El poder votar y elegir de verdad?
Lo cierto es que nunca antes nos resultó tan lejana, tan ausente, la canción de Pizzolante. Pero es nuestro derecho no perder la esperanza y seguir “motivándonos”. Por eso soy de los que cree que “una rosa pintada de azul” es un gran estímulo para seguir luchando.
Así de simple.
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