Según cuentan personas con más años de vida, tiempo atrás se solían realizar ciertos rituales para recibir el Año Nuevo, que variaban según las aspiraciones que tenía el practicante. Sin embargo, parece que estas costumbres han ido perdiendo vigencia en la población anzoatiguense, limitándose al brindis con vino, en el caso de los que pueden adquirir una botella de esta bebida.
Por ejemplo, el ama de casa Carmen García relató que hace un par de décadas ella, en compañía de sus hermanos, acostumbraba a utilizar ropa interior amarilla el 31 de diciembre para atraer prosperidad en el año siguiente, aunque con el pasar del tiempo esa práctica fue decayendo.
"Quizás influya que a medida que cada uno fue haciendo su familia, algunas tradiciones quedaron en el camino. Otro factor importante es que en los últimos años el país ha venido en picada y a uno se le quitan las ganas de inventar", señaló.
La señora agregó que en esa época también salían a recorrer las calles de su comunidad con una maleta y cocinaban lentejas ese día.
"Particularmente hubo un momento en que ni siquiera pude cenar el plato típico de esta temporada por las dificultades económicas", añadió.
Por otra parte, en hogares como el de Carlos Bompart solían arrojar arroz o lentejas al aire, procurando que cayera sobre sus cuerpos. Pero también han ido dejando atrás esta práctica y solo cumplen con el brindis.
"Las 12 uvas igualmente formaban parte del ritual, pero su alto costó causó que fuéramos reduciendo la cantidad hasta que finalmente desapareció", acotó.
Bompart aseguró, además, que era fanático de tirar cohetes al momento de finalizar el año e iniciar el otro, pero el precio de este producto ha subido tanto que es otra de las tradiciones a las que ha renunciado. "No voy a gastar dinero en eso cuando lo puedo invertir en comida para mí familia".
Barcelona / Javier A. Guaipo
