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El Tiempo Informando al Pueblo Oriental

¿Qué es un político puro?

marzo 15, 2019

Un político puro no es una persona éticamente irreprochable, ni tiene porque serlo. En efecto es insuficiente o mezquino juzgar éticamente a un político: hay que juzgarlo políticamente. En su naturaleza conviven algunas cualidades que en abstracto suelen considerarse virtudes con otras que en abstracto suelen considerarse defectos, pero que son consustanciales con las otras. Enumero algunas virtudes: la inteligencia natural, el coraje, la serenidad, la garra, la astucia, la resistencia, la sanidad de los instintos, la capacidad de conciliar lo inconciliable.

Enumero algunos defectos: la impulsividad, la inquietud constante, la falta de escrúpulos, el talento para el engaño, la vulgaridad o ausencia de refinamiento en sus ideas y sus gustos, también la ausencia de vida interior o de personalidad definida, lo que lo convierte en un histrión camaleónico.

El político puro es lo contrario de un ideólogo, pero no es sólo un hombre de acción; tampoco es exactamente lo contrario de un intelectual: posee el entusiasmo del intelectual por el conocimiento, pero lo ha invertido por entero en afinar el ingrediente esencial y la primera virtud de su oficio: la intuición histórica.

Algunos podrían llamarla también sentido de la realidad, un don transitorio que no se aprende en la universidad ni en los libros y que supone una cierta familiaridad con los hechos relevantes que permiten a ciertos políticos y en ciertos momentos, saber qué encaja con qué, que puede hacerse en determinadas circunstancias y que no, que métodos van a ser útiles en qué situaciones y en qué medida.

De acuerdo a esta definición del político puro, que ya habrá encrispado a los radicales por su desfachatez ética al plantear que más vale un político que resuelve problemas, negocia y soluciona conflictos que aquel que se encierra en luchas intestinas, discursos emocionales y amenazas que no puede operacionalizar, me gustaría plantear tres cosas relevantes: La primera es que no existe forma de resolver el problema venezolano sin contar con un político puro, capaz de enamorar a la población para que confíe en él y que sepa convertir esa fuerza en presión de cambio, en tensión para lograr una negociación exitosa, en la que tendrá que sacrificar a veces legalidad, a veces justicia y siempre derechos para lograr el objetivo final, que en definitiva será el éxito político por el que será evaluado.

La segunda es que no hay en este momento en Venezuela  un político puro que nos permita ser optimistas en cuanto a la posibilidad del cambio en breve, aunque podríamos decir en su defecto que si existen condiciones para que un actor diferente e inesperado llene ese vacío y se convierta en el fenómeno político necesario.

Finalmente, tengo que decir a quienes ya están listos en su redes para arrancar sus ataques sobre mi falta de escrúpulos en la definición del político necesario, que no me pertenece para nada.  

Es simplemente la suma textual de las definiciones de José Ortega y Gasset, uno de los mas importantes filósofos españoles e Isaiah Berlin, considerado uno de los principales pensadores del siglo XX, referidos ambos por uno de mis escritores favoritos: Javier Cercas en Anatomía de un Instante. Atáquenlos a ellos.

 ET 

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