Aquel Lago que una vez fue un manantial de vida y trabajo para los humildes pescadores zulianos, hoy es cuna de derrames petroleros. Sus superficies se ven cubiertas por una cianobacteria, el verdín, y su aroma pasó de ser fresco a provocar repugnancia. Playas, pero no de aguas limpias, sino de petróleo, musgo y contaminación imposibilitan el trabajo de quienes viven de la pesca.
La palabra emergencia le queda corta a la situación del Lago de Maracaibo, que además de afectar al gremio pesquero también pone en vilo la biodiversidad, su potencialidad turística y la salud de quienes viven en sus riberas.
El Diario La Verdad recorrió en dos días varias costas de la región para vivir en carne propia y un poco más de cerca la faena de los pescadores ante esta alarmante situación.
Durante su recorrido matutino por las aguas del estuario zuliano, Jesús Briceño, pescador y habitante del Puerto de Pescadores El Milagro, en Maracaibo, contó que mientras navega en su canoa, suele toparse con peces que flotan muertos, contaminados y en algunos casos petrolizados.
Cuando se detiene echa sus redes, pero al recogerlas, es testigo de una catástrofe ambiental. “Vienen muertos, vienen podridos”, afirmó.
Al preguntarle cómo afectaba esto a su trabajo, su respuesta fue simple. “Aquí somos personas del día a día”. Briceño es padre de familia, y a diario sale a trabajar en el Lago, en medio de un intento para llevar el pan a su casa.
Del mismo puerto forma parte Mario Chacín, quien aseguró que su economía se ha visto afectada de una manera dramática.
“Si antes me ganaba en la semana 50 dólares ahora lo que me gano son 10 dólares, y eso es un problema que tenemos nosotros con el verdín y el petróleo”, comentó a La Verdad. Explicó que para subsistir debe “rebuscárselas”.
Una realidad similar arropa a quienes viven de la pesca en Playa Macuto, una comunidad pesquera ubicada en la parroquia Bolívar, también en la capital zuliana.
“Con esta contaminación los peces no se acercan a la orilla, donde uno puede pescar con estas embarcaciones pequeñas. Uno no puede irse tan a lo profundo porque no tenemos capacidad (…) y por el tamaño de nuestras embarcaciones”, explicó Darwin Castellano, expescador y habitante de la comunidad.
Al recorrer la zona, se observan embarcaciones con agujeros, motores dañados y redes verdes, aunque no sea ese su color original.
Yelitza Josefina Mora, líder de comunidad, señaló que, a pesar de la inminente contaminación en el lugar, hay pescadores que se arriesgan, ponen su salud en peligro y hacen lo posible por rescatar sus implementos de trabajo.
“Hay algunos pescadores que se están arriesgando a buscar el pan de cada día, pero esta contaminación y el derrame de petróleo les ha dañado todos los implementos de trabajo de nuestros pescadores”, comentó.
Fuera de Maracaibo, una realidad ínfima
Al salir de la capital zuliana con rumbo al sector El Bajo, y al pasar por otras zonas de San Francisco llega un olor pestilente desde lo lejos. Es verdín puro.
Al llegar al sector La Playa se ven los espacios de lo que hace años fue una procesadora de pescado y camarón, en la que laboraban más de 200 personas, según contó Héctor Flores, quien trabaja en el área de mantenimiento del lugar. Detalló que de esos centenares de trabajadores ahora no queda “ni uno”.
Al caminar por las orillas, pero sin mojarse los pies, Flores mostró el enorme manchón negro y de olor fuerte que arropa a la playa. Es petróleo puro, con desechos sólidos cubiertos.
Al ir a las embarcaciones, había algunas recién lavadas, y otras aún cubiertas del crudo. El hombre aprovechó la oportunidad y mostró el proceso de limpieza de los barcos que se ven cubiertos por una capa gruesa de oro negro.
En primer lugar, con una paleta de metal se raspan los excesos. Luego se requiere jabón y alrededor de 10 litros de gasolina para deshacer el crudo.
“Son 20 dólares de gasolina para lavar embarcaciones, más dos de jabón, son 22 dólares, y son varias lavadas a la semana”, comentó uno de los pescadores afectados, como queja de la situación que tildó de “insostenible”.
Aunado a esto, Flores acotó que en ocasiones deben pagarles a personas para que hagan este trabajo, y hay quienes cobran hasta 15 dólares.
“Eso es petróleo puro, que se puede embarrilar y aprovechar”, sentenció.
Darwin López, tiene 20 años de edad, de los cuales lleva 12 como pescador, y manifestó que el petróleo le impide pescar.
“Me ha afectado mucho, todos los días tenemos que estar lavando las lanchas, lavarnos nosotros también porque nos llenamos de petróleo. El petróleo no deja pescar a uno. Es una lidia estarse uno lavando y hay veces que perdemos la ropa también”, declaró.
Pescadores del Barrio San Luis, ubicado también en El Bajo, mostraron al Diario La Verdad sus vestiduras manchadas del mismo negro que sus redes.
Jorge Luis Valecillos tiene 70 años de edad y pesca desde hace 50. Aseguró que incluso su salud se ha visto perjudicada por la crisis del Lago.
“Echamos las redes y salen negras. Aquí se lavan todos los días los materiales de pesca. Hemos tenido fiebre y vómito”, comentó.
Agregó que siempre deben tener cuidado cuando pisan o ponen las manos, porque es muy posible llenarse de petróleo. De hecho, los niños que habitan en esta comunidad pesquera, suelen mancharse los pies.
El silencio de Pdvsa
Datos del Observatorio Venezolano de Derechos Humanos Ambientales revelan que en el primer trimestre de 2024 se registró un total de 18 derrames de hidrocarburos, de los cuales los tres estados más afectados fueron Falcón, Zulia, Anzoátegui.
La mayoría de estos derrames, reseña la oenegé, se reportaron en el Lago de Maracaibo y en el Golfete de Coro.
La información, difundida por la misma organización en su página web durante abril, señala que la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa), no explico con detalles las causas de estos desastres.
Durante el recorrido del Diario La Verdad por algunos puertos y playas, los pescadores se quejaron de la ausencia de Pdvsa. Mientras que en otros sectores, afirmaron que en ocasiones hacían trabajos de limpieza, pero cuestionan que este no es el problema “de raíz”, ya que los derrames persisten.
Zulia / La Verdad