El 8 de marzo de 2013 Nicolás Maduro juró asumir la Presidencia de Venezuela con “mano dura”, una promesa que hoy, cuando cumple diez años en el cargo, sigue viva y se ha cumplido a rajatabla, especialmente cuando la crispación política y los múltiples enemigos de la revolución bolivariana amenazaron su continuidad en el poder.
El heredero de Hugo Chávez (1999-2013) ha gobernado durante ocho años tormentosos y dos últimos de aparente calma, una racha positiva que deja atrás tribulaciones de todo tipo que se saldaron con cientos de muertos en protestas, aislamiento internacional, sanciones, crisis económica y migración masiva.
A continuación, un resumen de los 10 años de Maduro en el poder:
En su año debut, Maduro hartó a los venezolanos con la idea de él como hijo de Chávez, a quien dijo imitar, y hasta “escuchar”, después de muerto, en un intento por dejar claro que traía la continuidad de la revolución, que venía de un quinquenio de prosperidad.
Su triunfo en las elecciones fue cuestionado por una parte de la oposición local que nunca lo consideró legítimo.
El ala más radical de la oposición desafió al Gobierno y copó las calles durante semanas, con protestas que pedían la renuncia del presidente. La respuesta policial y militar a las manifestaciones dejó un saldo de 43 fallecidos, así como decenas de heridos y detenidos.
La crisis no hizo tambalear a Maduro, quien estaba más preocupado por la economía que detuvo su crecimiento.
Con la economía contraída, arreció la escasez de productos, lo que incrementó el descontento popular, un panorama capitalizado por la oposición que logró una contundente victoria en las elecciones legislativas y quedarse con dos terceras partes del Parlamento, por primera vez con minoría oficialista.
Promovido por el Parlamento, la idea de revocar el mandato a Maduro cobró fuerza, otra vez con calles repletas de manifestantes que veían en este mecanismo constitucional una manera de salir pacíficamente del chavismo.La Justicia y el órgano electoral salieron en defensa del presidente y detuvieron el revocatorio, al considerar que el proceso carecía de legitimidad debido a denuncias de fraude por parte del chavismo. El descontento empujó a miles a dejar el país.
Una decisión del Tribunal Supremo de quitar competencias al Parlamento animó la mayor oleada de manifestaciones antigubernamentales de la década, que se saldó con 127 muertos, la instauración unilateral de una plenipotenciaria Asamblea Constituyente integrada solo por oficialistas y un amplio rechazo internacional al chavismo.
La Fiscalía acusó a Maduro de haber roto el hilo constitucional.
La escasez afecta todas las esferas de la vida en Venezuela, donde hay protestas por hambre, así como por niños que mueren en hospitales sin medicamentos, mientras se desborda la migración de venezolanos en busca de alguna mejora económica.
Maduro es reelegido en los comicios presidenciales de más baja participación, prácticamente sin oposición y con amplio cuestionamiento internacional. Meses más tarde, el presidente sufre un magnicidio frustrado en un acto público, el primero televisado luego de decenas de denuncias de planes similares en el pasado.
El entonces jefe del Parlamento, Juan Guaidó, se autoproclama “presidente interino” de Venezuela y, con el apoyo de unos 50 países, crea una suerte de “Estado paralelo” que arrebata al chavismo el control de activos en el exterior, mientras recrudecen las sanciones internacionales contra el país, que ya no puede comercializar su petróleo.
Maduro llama a la calma y se mantiene en el poder.
El caos mundial que supuso la pandemia por la covid-19 trajo la anhelada estabilidad política al chavismo. Con el país en cuarentena, se acallaron los cuestionamientos y solo la voz de Maduro, como única autoridad, impuso orden y guía durante aquel año que acabó con la disolución de la Asamblea Constituyente y la elección de un nuevo Parlamento.
El retorno del chavismo al Parlamento por una aplastante mayoría y la celebración de elecciones regionales y municipales, así como el rechazo al llamado “gobierno interino”, ayudaron a relegitimar a Maduro ante la comunidad internacional.
Además, la economía detuvo su caída luego de siete años, y comenzó a crecer en la segunda mitad del año.
Venezuela completó en 2022 uno de los mayores crecimientos económicos del mundo, una buena noticia que, aunque es insuficiente para la severidad de la crisis precedente, ha reanimado el aparato productivo y las expectativas del país, especialmente de cara a las presidenciales de 2024, el acontecimiento que está marcando el año en curso.
Caracas / Con información Efe