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Microescuelas espontáneas en Venezuela: Factores de solución al rezago educativo

marzo 29, 2023
El fenómeno es común en las barriadas; esta es una vista general del sector Las Casitas en el barrio La Vega, otro populoso sector de Caracas, el 18 de marzo de 2023 /Foto: AFP

Dos docentes de La Grita se encuentran por las tardes en la sala de la casa de una de ellas para dirigir las tareas de un grupo de niños de primaria, casi todos inscritos en escuelas públicas del municipio Jáuregui. En las mañanas, una es maestra de sexto grado en un colegio privado y otra de cuarto año en un liceo estatal. De esta forma, dicen, no solo ayudan a los niños con estrategias personalizadas de aprendizaje, sino que obtienen un segundo ingreso económico porque los salarios del empleo formal, ni en público ni en privado, les alcanzan para vivir.

¿Es un caso aislado? De ninguna manera. De eso está convencido el abogado Antonio Canova, profesor de Derecho Constitucional y Derechos Humanos en la Universidad Católica Andrés Bello, en Caracas, y de posgrado en la Universidad Francisco Marroquín, de Guatemala. Un estado de Derecho (UeD), la asociación civil sin fines de lucro de la cual es director general, investiga este fenómeno.

De la escuela a las tareas dirigidas

El primer estudio está basado en Petare, parroquia emblemática de Caracas. Entre octubre y noviembre de 2021, encuestaron de forma directa a 458 padres y/o representantes. Cada uno representa una familia y, entre todos, suministraron información sobre la educación de 692 niños. A este total, aplicaron dos criterios de selección: que estudiaran en Petare y que tuvieran entre 6 y 16 años. 408 escolares cumplían con ambos criterios.

De este grupo, 60 % está inscrito en planteles públicos (nacionales, estadales o municipales), 28 % asiste a colegios privados (autosostenibles) y 12 % va a escuelas privadas subvencionadas (la mayoría de orientación religiosa).

Y aquí empiezan las revelaciones: Casi 40 % de los escolares de esta populosa parroquia caraqueña acude a servicios de enseñanza pagos, de bajo costo, ofrecidos por educadoras de la comunidad, en sus propias casas, conocidos como tareas dirigidas. Al desagregar el total de escolares en tareas dirigidas, hallaron que la gran mayoría son alumnos de escuelas públicas.

El estudio fue más allá: 62 maestras de tareas dirigidas contestaron un cuestionario diseñado para describir lo que, a partir de entonces, los investigadores empezaron a denominar Centros Pedagógicos Alternativos. ¿Qué dijeron? La mayoría desempeña la labor correspondiente a las escuelas formales, pero, además, desarrollan y ejecutan estrategias de aprendizaje adaptadas a las necesidades de cada alumno. También la mayoría atiende en sus casas, a un promedio de 13 niños.

Si hablamos de ingresos, poco más de la mitad de estas maestras asegura que su emprendimiento educativo representa su principal fuente de ingresos. De 2,6 dólares a la semana es el promedio que una docente petareña percibe por cada alumno atendido, aunque en el estudio documentaron servicios que oscilan entre 1 y 6 dólares semanales. Los dos principales problemas que afectan este servicio son la carencia de internet y la falta de infraestructura y mobiliario.

Más microescuelas que instituciones

Los hallazgos del primer estudio en Petare fueron ratificados por Un estado de Derecho en otra investigación sobre la realidad educativa del municipio Montalbán, en el estado Carabobo, realizada entre enero y julio de 2022. En esta pequeña jurisdicción agrícola del occidente carabobeño funcionan 25 instituciones educativas, 24 de carácter público y una privada, con una matrícula total superior a los 4.000 estudiantes.

El gran hallazgo: En Montalbán hay 63 microescuelas espontáneas. En su gran mayoría se trata de las actividades conocidas como tareas dirigidas, aunque también registraron y caracterizaron otras modalidades de servicios particulares de enseñanza. Hasta 700 estudiantes de inicial, primaria y media general asisten a estas 63 microescuelas registradas.

Pero ¿qué son las microescuelas espontáneas? En diálogo con Diario La Nación, Canova las define como unidades o centros dirigidos por un docente que emprende en materia de educación. Son muy libres, porque no están reguladas por los gobiernos. Ofrecen servicios pagos. Y educan a través de diferentes medios, métodos, técnicas, a niños de la localidad de una manera individualizada.

“No se limitan a dar reforzamiento del pénsum oficial, sino que aun cuando algunas de las cosas sean tomadas en cuenta, son totalmente alternativas en el sentido de que lo que se ve es la implementación de técnicas pedagógicas individualizadas y que utilizan diferentes herramientas según cada niño para incentivarlo en su proceso de aprendizaje”, ilustra Canova, al aclarar también que existe consenso en que esta categoría conduce a un término amplio, genérico, que da cabida a muchas realidades.

De vuelta al estudio, los investigadores también encontraron que padres y docentes acuerdan libremente, al margen de disposiciones o criterios gubernamentales, las condiciones de contratación del servicio privado de enseñanza. Documentaron servicios desde 1 y hasta 7,5 dólares semanales. Esto contrasta con que casi el 90 % de los niños y jóvenes que acuden a estas microescuelas espontáneas, pagas, de Montalbán son alumnos de instituciones públicas, gratuitas.

Dimensionar el fenómeno

“Los datos recabados en Petare y en Montalbán nos proporcionan suficientes elementos para sugerir: es en estos espacios donde los niños realmente están aprendiendo”, concluye la segunda investigación. “La aparición de un orden espontáneo educativo, no planificado, surgido de abajo hacia arriba, expresión de la cooperación voluntaria en las comunidades, es una buena noticia que nos llega desde distintos lugares de Venezuela”, completan.

No estamos ante un fenómeno exclusivo de Venezuela. Todo lo contrario. Es mundial. Investigaciones del profesor de emprendimiento educativo y de política educativa en la Universidad de Buckingham James Tooley han advertido antes sobre esta realidad tan desconcertante como positiva: “Los más pobres de los países más pobres del planeta están educándose en centros no estatales de bajo costo”. Canova lo complementa así: “Este fenómeno es ubicuo. Donde mires, lo vas a conseguir. Pareciera que es tan espontáneo que en todas partes florece, en unas más desarrollado que en otras”.

El académico e investigador venezolano encuentra dos diferencias clave entre las tareas dirigidas de larga tradición en el país y este fenómeno actual que describimos: la primera, que ahora hay más. “Más de la mitad o alrededor de la mitad de las microescuelas espontáneas actuales se activan con la pandemia, esto va en crecimiento”. Y la segunda, encarnada en los docentes que están emprendiendo en educación. Los que las crean, intentan llevar adelante su visión, su proyecto propio de cómo deben ser educados los niños. De nuevo: es una educación muy individualizada, porque diseñan planes de estudio propios para cada niño.

De cara al futuro, Canova proyecta que este movimiento va a seguir creciendo, “aun cuando se mantenga la enorme hostilidad del sistema a estos mecanismos alternativos de educación”. Como refrendan los estudios, luce altamente improbable una mejora del sistema oficial venezolano. “Las microescuelas espontáneas se manifiestan como factores de solución inmediata para mitigar el rezago escolar y, por qué no, ensayar un nuevo esquema basado en el derecho a la elección educativa”.

En La Grita, las dos docentes provenientes de los subsistemas público y privado siguen juntándose cada tarde con su grupo de niños de la comunidad, sin conocer quizás los resultados y alcances de estos novedosos estudios empíricos sobre realidad educativa.

Táchira / La Nación

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