Mientras que el gobierno improvisa sobre uno de los procesos económicos con mayores desequilibrios, que acarrea severos daños en la ya disminuida calidad de vida de los ciudadanos, la chatarra se ha convertido en un gran negocio. Algunos consideran su comercio como un modo de sobrevivir.
Es común ver cómo ciudadanos han improvisado una especie de "carruchas", donde transportan la chatarra, que buscan hasta debajo de las piedras para venderla.
Uno de los aspectos positivos es que los chatareros contribuyen con el mejoramiento ambiental. Los solares de las casas lucen más limpios y las inmediaciones de las calles proyectan una mejor imagen, en un país que era deseado y anhelado por muchos en el mundo.
Falcón / La Mañana Digital