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Hepatitis: un grave problema de salud pública

julio 28, 2023
La revisión constante puede prevenir consecuencias graves ocasionadas por la hepatitis / Foto: EFE

La hepatitis es una enfermedad que inflama el hígado, específicamente al parénquima hepático, y que puede ser provocada por virus, bacterias, parásitos, enfermedades autoinmunitarias, consumo excesivo de alcohol y toxinas entre otras causas.

Según una nota de prensa, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que aproximadamente 57% de los casos de cirrosis hepática y 78% de los de cáncer primario de hígado, son causados por los virus de la hepatitis B y C. Asimismo, se estima que existen 325 millones de personas con infección de hepatitis en todo el mundo, de las cuales en América habría siete millones con hepatitis C crónica y alrededor de cuatro millones infectadas de hepatitis B crónica, con cifras de mortalidad cercanas a las 125 mil anuales.

Explica la Dra. Adriana Gamboa, internista y gastroenteróloga de la clínica Piedra Azul, que existen siete tipos de hepatitis virales: A, B, C, D, E, F y G, con un mecanismo de transmisión diferente para cada una de ellas. “Las más frecuentes, y las que más se han estudiado, son las A, B y la C.

Diferencias

En el caso de la hepatitis A, el virus entra por la boca (fecal-oral) cuando una persona no infectada ingiere agua o alimentos contaminados por heces de una persona infectada. En este sentido, el principal factor de riesgo son las malas medidas de higiene. El lavado de las manos y la higiene de los alimentos es la mejor protección contra el virus de la hepatitis A”.

Señala la especialista que, en el esquema de vacunación aplicado en Venezuela, existe la vacuna contra la hepatitis A y la misma debe colocarse al cumplir el primer año de vida, y una segunda dosis entre 6seis meses y un año después de la primera vacuna. “Si la persona no ha sido vacunada contra la hepatitis A, es recomendable que lo haga, independientemente de su edad”, sugiere Gamboa.

Recalca la importancia de la vacuna contra la hepatitis B, la cual debe colocarse al niño al momento de su nacimiento; una segunda dosis a los dos meses y la tercera dosis a los seis meses. Advierte la especialista de la Clínica Piedra Azul, que el mecanismo de transmisión de la hepatitis B es por sangre o por vía sexual, por lo que toda persona de alto riesgo que no se haya vacunado contra este tipo de hepatitis, debería hacerlo, como es el caso del personal de salud, y aquellas que son promiscuas en sus relaciones sexuales y no usan preservativos; las que comparten agujas, cepillos de dientes o afeitadoras; y las que se realizan tatuajes en sitios no certificados.

Riesgo

En el caso de la hepatitis A, los pacientes pueden ser asintomáticos o sintomáticos y, entre este último grupo, pueden ponerse amarillos, tener la orina oscura y heces más claras. “Los más frecuentes son los pacientes que no tienen síntomas o sólo tienen malestar, diarrea, vómitos, debilidad y pérdida del apetito; síntomas generales para todas las hepatitis”, dice la gastroenteróloga.

El riesgo para las personas que sufren de hepatitis B o C, es que pueden evolucionar a enfermedad crónica. “La hepatitis A tiene cura generalmente en un máximo de dos meses y no deja secuelas. Un pequeño porcentaje de pacientes puede tener hepatitis fulminante y morir, pero es menos del 1%. La hepatitis B y C pueden no curarse, y estos pacientes que tienen enfermedad crónica, suelen desarrollar cirrosis. De estos, un porcentaje llegan a tener cáncer primario de hígado”.

El tratamiento para los pacientes con hepatitis B o C es variable y se lleva a cabo con fármacos. Sin embargo, advierte Gamboa, no es un tratamiento sencillo porque muchas veces estos retrovirales no están disponibles a nivel público y son muy costosos. Por otro lado, los que existen en el mercado presentan riesgos para la mutación del virus y el paciente no responde efectivamente al tratamiento.

Según la especialista, de los pacientes que adquieren la hepatitis B, el 80% logra eliminar el virus, mientras que el resto desarrolla hepatitis crónica y deben ser tratados. Por el contrario, en la hepatitis C, 20% logra superar el virus y 80% desarrolla enfermedad crónica y requiere tratamiento.

Mecanismo

Destaca que algunos pediatras colocan en su esquema de inmunización las vacunas para las hepatitis A y B (para la hepatitis C no existe vacuna). Asimismo, a todo paciente que presente síntomas de enfermedad hepática, se le realiza la serología para hepatitis, y aquellos que presentan complicaciones producto de la cirrosis, pueden ser hospitalizados para su debido tratamiento en la Clínica.

Gamboa concluye resaltando la importancia de prevenir esta enfermedad, y de llegar a tenerla, realizar el diagnóstico temprano y tratamiento en aquellos grupos que son susceptibles de tenerlo para evitar la progresión a cirrosis y cáncer de hígado.

Caracas / Redacción Web

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