La Navidad es una época de celebración, fraternidad y prosperidad. Los venezolanos esperan diciembre para derrochar alegría, disfrutar de las célebres gaitas y vivir la magia gastronómica de la temporada.
Más allá de las compras y adaptaciones personales, hay tradiciones que no se pierden y que forman parte de la esencia navideña de las familias del oriente del país.
Una de ellas es la realización de las hallacas, con algunos ingredientes más y otros menos, pero en su ejecución se suelen repartir roles para armarlas. Unos limpian hojas, otros tienden y hay quienes se dedican a amarrar. Todo ello de acuerdo a la edad y a la destreza.
Licores como ponche, sangría y ron, son los acompañantes para estas labores, que están llenas de música y compartir. La preparación de otros componentes de la cena, como el pernil, pollo asado, ensalada de gallina y pan de jamón, también se distribuye entre los presentes.
El también conocido como “pesebre” es el simbolismo del nacimiento del "Niño Jesús "y se pone en los hogares para esperar la venida de “El Salvador” en su festividad. En las figuras están María, José, los Reyes Magos, pastores y ovejas.
En la madrugada del 25 de diciembre se incorpora a Jesús y muchos aprovechan el momento para elevar una oración de honra o agradecimiento.
De acuerdo a las costumbres de la zona oriental de Venezuela, donde la música forma parte del día a día, cantarle al Nacimiento es un clásico.
“Aunque en algunas comunidades este hábito se ha perdido, antes los músicos le cantaban al nacimiento. Tanto de forma individual (en casa) como de forma colectiva (con vecinos) se veía el talento ligado a las creencias”, contó Jesús Lugo, nativo de El Tigre, zona norte de Anzoátegui.
Según recordó, esto estaba de cierta manera ligado a las Misas de Aguinaldo, que son ceremonias eucarísticas que preparan a la feligresía para los tiempos navideños.
Aunque se organizan con anticipación, muchas personas ejecutan sus intercambios de regalos el 24 de diciembre, cuando se reúnen para homenajear al miembro de la familia que le corresponde.
La idea es que cada individuo reciba un presente, sin importar el costo monetario o lo elaborado que sea. El beneficiario de cada obsequio se mantiene en secreto hasta la entrega.
El también llamado “amigo secreto” no solo se realiza en entornos familiares, sino entre amigos, compañeros de trabajo y grupos académicos.
En el contexto de los regalos, la costumbre es que los menores de la casa hagan cartas al “Niño Jesús”, con la ilusión de que este ponga lo solicitado bajo el árbol de Navidad.
La idea tradicional es que los niños se duerman temprano el 24 y se despierten el 25 con la ilusión de ir al “arbolito” a ver con que les sorprendió el Niño Dios.
A pesar de los cambios y los toques personales que cada familia le da a su Navidad, este tiempo es propicio para la reconciliación, el disfrute y sano esparcimiento.
Puerto La Cruz / Oriana García Rivas