Problemas como el ruido, la colocación de basura en las vías públicas, el tráfico sin control, la colocación de obstáculos en las caminerías y el ruido, son algunos de los problemas que norma la recién aprobada Ordenanza de Convivencia Ciudadana de Bermúdez que busca disminuir, en cierta medida, el caos que genera la vida en comunidad y sobre todo, en el ámbito urbano.
El presidente de la Cámara Municipal de Bermúdez, Ángel Toussaint, explicó que la recién sancionada ordenanza de Convivencia Ciudadana establece un marco normativo para muchas situaciones que ocurren en la ciudad y que requieren que la ciudadanía conozca para que no incurra en infracciones.
Con relación al tema de los ruidos, citó el Decreto N° 2.217, del 23 de abril de 1992, relativo a las Normas sobre el Control de la Contaminación Emanada del Ruido, incluido dentro de la ordenanza, y que establece que quien produzca ruidos molestos o nocivos será sancionado con multa de cinco veces el valor de la moneda de más alta denominación publicada por el Banco Central de Venezuela, o la realización de trabajos comunitarios por un lapso de 96 horas.
Entre otras formas de contaminación, la ordenanza específica la que causan ruidos molestos originados por vehículos estacionados en plazas, cerca de centros educativos, centros hospitalarios sean privados o públicos.
Además, los que se producen en el interior de recintos, casas o entes comerciales, fuera de los casos de emergencia, los niveles sonoros legalmente establecidos, afectando la tranquilidad de los vecinos.
En algunos sectores de Carúpano, los niveles de ruido son notorios. Hay quejas de vecinos, que pese a no hacer denuncias formales, señalan a locales nocturnos que se exceden de los horarios y generan música a alto volumen, en la madrugada.
El problema también lo generan minitecas en sepelios, perifoneos de eventos y promociones de ventas a todo pulmón, con improvisados locutores que llaman al consumo en las puertas de los negocios.
Al hacer una pequeña consulta entre transeúntes en el centro de Carúpano, se dividieron las opiniones en torno a la música a todo volumen y los gritos pelados de una persona vendiendo ropa interior.
Javier Ramos, trabajador de un ente gubernamental, reconoció que los métodos que usan los negocios no son más que una forma de sobrevivir. “Pero por otro lado hay contaminación sónica, y perjudica a muchas personas que no soportan el ruido”.
El transeúnte Miguel Pérez dijo que el ruido es continuo en algunos negocios. “Son tres, cuatro con una miniteca al frente y a veces aturde”.
“A mí no me parece mal”, dijo Ericka Bravo de Primero de Mayo. Para esta vecina es una forma de llamar la atención para que la gente entre en los negocios. “Puede ser que puedan bajar un poco el volumen y seguir con sus promociones”.
Para Juan Ramírez, a sus 75 años, ir al centro de Carúpano es un sacrificio, porque entre el calor y la bulla se agobia.
“Soy un adulto mayor y no estoy para estos trotes, entre los buhoneros que están por donde uno se mete y las cornetas chillonas, venir al centro es un suplicio. Prefiero mandar a los nietos a hacer los mandados”.
Carúpano/ Cecilia Lárez