La enfermería es una de las profesiones más antiguas e imprescindibles para la sociedad, pues la labor incansable de quienes la ejercen llena de esperanzas a los enfermos.
Cada 12 de mayo se celebra el Día Internacional de la Enfermera y, a pesar de las carencias, la esencia de este servicio a la humanidad todavía contempla razones para celebrar.
Rixi García se inició en este oficio hace 19 años y aun está activa. Para ella, la vocación es el cimiento del largo camino que ha recorrido junto a la lista de pacientes que han demandado su atención.
“El poder estar, ayudar a las personas y lograr que se restablezcan en cualquier situación te da motivos para seguir”, manifestó la madre de tres hijos, quien ejerce labores en Maturín, estado Monagas.
La licenciada aseguró que en ocasiones les toca sacrificar fechas especiales, pero que ello se ve recompensado por la satisfacción de pertenecer a un gremio que está para quien lo necesite. Sus horarios laborales y el tiempo de calidad de familia han tenido que conjugarse en su vida.
Durante la pandemia, los especialistas de esta área también tuvieron que replantearse muchas cosas, pero, a su juicio, la situación ayudó a que la ciudadanía valorara más al personal de salud.
“En todas las disciplinas se sintió la necesidad de contar con cada uno de los que formamos parte de esta hermosa vocación y reiterar nuestro compromiso con la salud al tener la completa disposición aun cuando represente riesgos para nosotros y nuestro grupo familiar”, destacó.
Estar lejos de Venezuela no le ha impedido a Cecilia Rodríguez ayudar a las personas. Esta enfermera actualmente reside en Santiago de Chile, donde la atención a personas de la tercera edad la conquistó.
La oriunda del estado Sucre indicó que presenciar el inicio de una vida ha sido una de las experiencias más hermosas para la sucrense, quien desde el principio se vio motivada a escoger una carrera del área de la salud para su formación profesional.
“Lo peor es ver morir tanto a niños como adultos, y no poder realizar ninguna otra acción como profesional. Es el ciclo de la vida: nacer, crecer y morir. Sólo nos toca acompañarlos en sus últimos minutos, brindarles un adiós digno, ser fuerte frente a ellos y hacerles saber que no están solos”, contó.
Para Rodríguez, el desarrollo de un buen enfermero depende de un buen perfil psicológico, dominio de técnicas y claridad del objetivo, que es salvar vidas. Siempre que se tengan bien planteadas las metas y haya un esfuerzo por aprender lo que es correcto, el resultado será positivo.
La profesional de la salud agradeció la oportunidad de poder realizar su labor, debido a que en la actualidad muchas personas intentan llenar los vacíos de los ancianos con recursos materiales.
“La forma idónea de expresar su amor es valorar y cuidar de ellos ahora que lo necesitan. Así pensamos nosotros y creo que por algo Dios me puso acá”, concluyó.
Puerto La Cruz / Oriana García Rivas
