Cada semana, el activista de derechos de los migrantes Eduardo Canales llena con agua varios tanques azules que están diseminados en un amplio valle de granjas y maleza en Texas. Los tanques están ahí para ayudar a los migrantes que se atreven a adentrarse en el terreno abrupto con tal de evitar ser detectados, capturados y devueltos a México por los agentes fronterizos.
Es un tramo de tierras a 110 kilómetros (70 millas) al norte de la frontera de Estados Unidos con México tan peligroso que muchos han muerto, pero algunos migrantes -usualmente adultos que viajan solos- están dispuestos a correr el riesgo, caminando por tierras invadidas por matorrales, buscando senderos de tierra para evadir los retenes de la Patrulla Fronteriza en una carretera importante en la que los agentes verifican el estatus migratorio de la gente.
“Aquí mueren personas. Se pierden personas. Personas de las que no se vuelve a saber nunca. Desaparecen”, indicó Canales, director del South Texas Human Rights Center (Centro de Derechos Humanos del Sur de Texas).
El gobierno del presidente Joe Biden está lidiando con un número creciente de adultos migrantes que viajan solos al cruzar la frontera. Ellos representaron dos de cada tres encuentros en abril. Este grupo elusivo tiende menos a entregarse a las autoridades estadounidenses a fin de solicitar asilo que las familias y los niños, por lo que a menudo optan por rutas lejanas de los retenes fronterizos y sitios de resguardo, donde los agentes procesan a los niños que viajan sin compañía de adultos y a las familias.
Números
De los 173.460 encuentros de la Patrulla Fronteriza con migrantes el mes pasado, 108.301 fueron con adultos que viajaban solos, y más de la mitad de ellos eran mexicanos. Los números fueron los más elevados desde abril del 2000, pero la mayoría fueron expulsados rápidamente del país con base en los poderes federales habilitados por la pandemia, solicitados el año pasado por el entonces mandatario Donald Trump y mantenidos por su sucesor Biden.
A diferencia de las deportaciones, las expulsiones no tienen consecuencias legales y muchos migrantes tratan de cruzar varias veces. La Patrulla Fronteriza dice que el 29% de las personas expulsadas en abril habían sido expulsadas previamente.
En el corredor más usado para cruces ilegales, en el condado de Brooks, en Rio Grande Valley, los agentes locales han recuperado los cadáveres de 40 migrantes en lo que va del año. En todo 2020 encontraron 34 cadáveres, pues la pandemia de coronavirus redujo drásticamente el número de personas cruzando a Estados Unidos.
La Patrulla Fronteriza tiene otras estadísticas, que tienden a ser más bajas que las reportadas por grupos de ayuda y funcionarios locales, porque la agencia solamente cuenta los restos de los migrantes que encuentra.
Entre los restos hallados en lo que va del año, las autoridades encontraron el cadáver descompuesto de una mujer hondureña con documentos que la identificaban como empacadora de frutas para la compañía Chiquita, así como los de un hombre mexicano que pareció haber trabajado en una fábrica. A veces, los agentes del sheriff solamente encuentran esqueletos.
El patrullero de la oficina del sheriff del condado de Brooks Roberto Castanon dijo creer que este año ha sido especialmente ajetreado, con migrantes cruzando el corredor para hacer más difícil ser capturados.
Aunque los agentes tratan de contar cuántas personas evaden la aprehensión, es difícil hacerlo en la zona de Rio Grande Valley. No hay muchos sensores entre la maleza usualmente espesa. El método más confiable de la Patrulla Fronteriza para contar cuántas personas la evaden es observar rastros humanos diminutos: huellas, telarañas rasgadas y guijarros movidos.
Tendencia
Castanon dice que la Patrulla Fronteriza solía tener una mayor presencia en los alrededores del retén de carretera, pero que al parecer ahora hay más agentes siendo usados para ayudar a lidiar con el creciente flujo de familias y niños solos que cruzan el fronterizo río Bravo para entregarse a las autoridades y solicitar asilo. El organismo no respondió de momento a una pregunta sobre los cambios en el uso de su personal.
“Creo que la gente lo está aprovechando”, dijo Castanon.
Pero no es tan simple. Los contrabandistas pueden dejar a los migrantes caminando distancias largas en esa zona peligrosa, de entre 25 y 80 kilómetros (15 y 50 millas), con temperaturas que en ocasiones rebasan los 38 grados Celsius (100 Fahrenheit). Algunos migrantes han conseguido hacer llamadas de emergencia a grupos de ayuda, que se coordinan con las autoridades locales o la Patrulla Fronteriza para rescatarlos.
Este mes, una mujer cerca de Van Horn, Texas, sintió que estaba a punto de morir por falta de agua, pero consiguió llamar a un grupo de ayuda vinculado con Canales, que alertó a las autoridades. Éstas pudieron ubicar las coordenadas de la llamada y encontrar a la mujer.
“Algunos no sobreviven. Mueren por falta de agua, comida o problemas de salud. Se desploman y ahí quedan hasta que alguien encuentra sus cadáveres y nos llama para que los recojamos”, señaló Castanon.
El grupo de ayuda de Canales y otros han trabajado para ganarse la confianza entre los granjeros para poder acceder a algunas de sus tierras junto al sendero al norte de la frontera.
“Las personas tienen una naturaleza humanitaria. Pueden ser muy conservadores políticamente, pero no quieren que la gente muera”, dijo Canales.
Desierto
El activista compara esa región llena de granjas con el desierto en Arizona, donde las muertes de migrantes han sido un problema persistente. El calor récord del verano pasado y el tiempo seco en Arizona fueron las principales causas de 227 decesos contados por un grupo de ayuda a migrantes, el número más alto en una década.
Las autoridades locales creen que encontrarán más cadáveres a medida en que se acerca el verano, suben las temperaturas y continúan las expulsiones.
“Tenemos un grupo grande de voluntarios que va a construir más puntos de hidratación”, señaló Canales. “Necesitamos resolverlo porque mucha gente está muriendo”.
Falfurrias / Eugene García y Adriana Gómez / AP