La Comuna Agroturística Charallave, en el municipio Bermúdez del estado Sucre, busca rescatar y poner en funcionamiento la planta de tratamiento de ese sector con el propósito de mejorar la potabilidad del agua que sale del Acueducto del Sur.
Solángel Vargas, vocera la comuna, explicó que se trata de un proyecto que surgió por la necesidad de cambiar las condiciones del líquido que reciben por tubería y que se “come” prácticamente todo con el tiempo.
El abastecimiento de la zona sur, que abarca Charallave, Manuel Salvador Salinas, parte de El Muco, parte de Guayacán de las Flores, Canchunchú y El Lirio, sale de un sistema de pozos en Sacamanteca, que necesariamente debería recibir tratamiento antes de llegar a las casas.
El proyecto, explicó Vargas, consiste en la rehabilitación completa del sistema, que actualmente se encuentra abandonado, y que beneficiaría a unos 40 mil habitantes de la zona sur.
Explicó que, inicialmente, el proyecto era para reparación y mejoras de la planta potabilizadora de Charallave y se introdujo en la Hidrológica del Caribe (Hidrocaribe).
Pero por la magnitud que implica la rehabilitación se decidió entregar el plan a la Agencia de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) que financiaría la obra completa.
Paralelamente, los vecinos lograron con la primera Consulta Popular Nacional que se aprobara la construcción de una cerca perimetral para dar seguridad a la instalación.
Vargas señaló que se encuentran a la espera de respuestas de parte del ente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), “ellos van a proceder a realizar este proyecto. En ningún momento se han pronunciado por el monto a ejecutar”, precisó.
La planta de Charallave cuenta con una historia vieja y complicada, porque forma parte de lo que se denomina el Acueducto del Sur, que se gestó para dar agua a esa zona del municipio, cuya cota no permite que llegue la de El Carupanero.
En 2012 se entregó la planta totalmente rehabilitada, pero nunca fue puesta en funcionamiento, por lo que los equipos quedaron allí.
El caso es que, y así lo reconocen los vecinos, la instalación fue vandalizada y se llevaron costosa maquinaria que ahora se requiere para mejorar las condiciones del agua, cuya salobridad hace imposible su consumo.
De la rehabilitación, al igual que ocurrió con la planta de tratamiento de aguas servidas de Hato Romar y las dos plantas de impulsión de Campo Ajuro y Candoroso, solo quedan las estructuras abandonadas, porque ni equipos ni insumos existen y no hay responsables que den la cara.
Bermúdez / Yumelys Díaz