El arquitecto japonés Arata Isozaki, acreditado por haber unido Oriente y Occidente con sus diseños innovadores, es el ganador del Premio Pritzker de Arquitectura, conocido internacionalmente como el máximo honor en el campo.
El galardón para 2019 fue anunciado el martes por el jurado de la Fundación Hyatt. Otorgado desde 1979, el premio honra anualmente a un arquitecto vivo cuyo trabajo demuestra talento y visión, así como una contribución a la humanidad.
Isozaki es el octavo japonés laureado con el Pritzker. Agasajados previos incluyen a Kenzo Tange, con quien Isozaki comenzó su carrera tras graduarse de la prestigiosa Universidad de Tokio. Tange obtuvo el reconocimiento en 1987.
Isozaki, de 87 años, fue uno de los primeros arquitectos japoneses en construir en el extranjero, y ha sido elogiado a lo largo de sus más de cinco décadas de trayectoria por hacer una declaración que trasciende fronteras a través de edificios sencillos en cuanto a diseño pero que parecen redefinir la sensación del espacio en torno a la gente.
Tom Pritzker, presidente de la Fundación Hyatt, calificó la arquitectura de Isozaki de “verdaderamente internacional”.
“En un mundo global, la arquitectura necesita esa comunicación”, dijo.
El primer encargo internacional de Isozaki fue el Museo de Arte Contemporáneo en Los Ángeles, en el que trabajó de 1981 a 1986. Isozaki dijo que para éste se inspiró en los edificios de arenisca roja de la India.
El nacimiento
Nacido en la isla de Kyushu, en el sureste de Japón, Isozaki dijo que la destrucción de la Segunda Guerra Mundial lo marcó mientras crecía y lo llevó a dedicarse a la arquitectectura.
“Crecí en la zona cero”, comentó en referencia a la bomba atómica de Hiroshima, ubicada al otro lado de la costa de su ciudad de Oita, incendiada durante la guerra.
“Estaba totalmente en ruinas. No había arquitectura ni edificios, ni siquiera una ciudad. Estaba rodeado solo por barracas y refugios, así que mi primera experiencia arquitectónica fue el vacío de la arquitectura, y empecé a pensar en cómo la gente reconstruiría sus hogares y ciudades”.
También decidió no apegarse a un estilo particular, en parte por la incertidumbre que enfrentaba mientras Japón trataba de reconstruirse de la guerra.
“El cambio se hizo una constante”, explicó. “Paradójicamente, ese pasó a ser mi propio estilo”.
Grandes obras
Entre las obras de Isozaki están el Palau Sant Jordi en Barcelona para los Juegos Olímpicos de 1992, el Centro Cultural Shenzen en China y la Torre Allianz en Milán. Sus edificios también se encuentran por todo Japón, incluidos museos y centros comunitarios en Kyushu, Osaka y Tokio.
El jurado del Pritzker dijo que la arquitectura de Isozaki desafiaba las categorías al estar siempre en evolución.
“Con un conocimiento profundo de la historia y la teoría de la arquitectura, y haciendo uso del vanguardismo, él nunca se limitó a copiar el status quo”, destacó.
Isozaki reside ahora en la región suroccidental japonesa de Okinawa, pero también tiene oficinas en China, Italia y España. Ha dado clases en las universidades de Columbia, Harvard y Yale y también ha realizado trabajos de filosofía, artes visuales, cine y teatro.
Isozaki recibirá el Premio Pritzker en mayo en una ceremonia en el Palacio de Versalles, en Francia.
Tokio / Yuri Kageyama / AP