Estaban lejos de casa. Eran jóvenes sudamericanos que trabajaban en centros de esquí de Estados Unidos. Pero antes de que se fuera la nieve, llegó el coronavirus.
Algunos llegaron a sus países, otros quedaron varados. Pero no abandonados.
Los centros de esquí dan apoyo a trabajadores como la limeña Antonella Atto, que fue a trabajar por tercera temporada en el Jay Peak Resort en el norte de Vermont durante el receso de verano de su universidad. La estudiante de 22 años planeaba regresar a Lima a mediados de marzo, pero cuando la pandemia cerró las fronteras de Perú, quedó varada en el resort con decenas de estudiantes peruanos y argentinos.
Mientras esperan el momento de regresar a casa, Jay Peak les da comida y los aloja en los condominios sin costo. Al mismo tiempo, el resort trata de gestionarles vuelo de regreso y el viaje al aeropuerto, que está a varias horas. Un directivo se comunica con ellos diariamente.
Es como estar en familia, dice Atto.
“Sé que es duro para todos, pero aquí nos sentimos a salvo”, manfestó.
Cantidad
Más de 1.500 jóvenes sudamericanos con visas J1 permanecen en Estados Unidos, según Rafael Espinoza, director general de Intercambio Estudiantil Universal. Los resorts de esquí emplean anualmente a unos 7.500 poseedores de esas visas, según la cámara que agrupa a esos centros de deportes invernales.
En Colorado, unos 80 ecuatorianos están varados en Vail Resorts.
La ecuatoriana Susy Osorio Kinsky dijo que funcionarios de Ecuador están tratando de contratar un avión chárter para llevarlos a casa. Ecuador cerró sus fronteras la misma semana que Vail cerró sus resorts para frenar la propagación.
Algunos trabajadores se alojan con familiares o amigos, pero muchos no tenían dónde ir.
Muchos están alojados en viviendas para empleados sin pagar alquiler. El director de Vail Resorts, Rob Katz, y su esposa donaron 1 millón de dólares para crear un fondo de ayuda a empleados activos, licenciados y estacionales que quieren regresar al trabajo una vez que se mitigue la crisis.
En Jay Peak, empleados con mascarillas y ropa protectora distribuyen víveres una vez por semana a los trabajadores varados, que suman ahora 23. Les proporcionan también guantes y cubrebocas para que los usen a la hora de recibir los artículos.
Aportes
Dos veces durante la última semana, The Belfry, un restaurante cercano, aportó cenas. El menú del lunes incluyó carne, picatta de pollo o salmón, risotto y vegetales, mientras que el del jueves consistió en paella o chuletas de cerdo.
Melissa Sheffer, directora de habitaciones y de relaciones con la comunidad, se comunica diariamente por teléfono o FaceTime con los estudiantes peruanos y en ocasiones con sus padres, ya que habla español.
Además, trabaja afanosamente para conseguir algún vuelo humanitario que Perú pueda proporcionar para los estudiantes.
“Hay una especie de ambiente familiar”, dijo. “Están tan felices como cabe esperar”.
Marshfield / Lisa Rathke / AP