No hay duelo futbolístico en el mundo que se parezca al Boca Juniors-River Plate.
Tiene a millones pendientes de su resultado, influye en el estado de ánimo y salud de sus hinchas por varios días, y ha provocado divorcios de parejas y peleas entre amigos y parientes.
Una rivalidad tan apasionante que se verá potenciada a partir de este sábado cuando los dos clubes argentinos se enfrenten en el estadio la Bombonera en el primero de los dos duelos por la final de la Copa Conmebol Libertadores 2018, algo inédito en la historia del centenario torneo continental.
Esta definición es la que pone hoy al clásico Boca-River en una categoría aparte a otros duelos emblemáticos del fútbol mundial, como Real Madrid y Barcelona, el cual atrapa a millones en el mundo por su glamour y figuras pero que nunca se cruzaron en el partido por el título de la Liga de Campeones de la Uefa.
“Boca y River han puesto al fútbol argentino en una lugar donde nunca antes había llegado”, destacó el técnico de Boca, Guillermo Barros Schelotto, en la previa del primer choque. “Un fútbol argentino muy castigado a nivel selección por los resultados...más allá de lo que pase, hoy el mundo habla de esta final y es un logro muy importante”.
“Se va a jugar un partido especial, histórico, y somos privilegiados de poder vivirlo", coincidió su colega de River, Marcelo Gallardo.
Palmarés
Boca aspira a ganar la séptima Libertadores de su historia y así igualar el récord de su compatriota Independiente, apodado “Rey de Copas”. River ha ganado tres.
Cada clásico es diferente y en una final no cuentan los antecedentes, se suele decir. River, no obstante, está un paso adelante en el pronóstico.
Ante todo muestra un juego colectivo más consolidado, con una dupla de marcadores centrales (Jonatan Maidana y Javier Pinola) que asume grandes riesgos en el mano a mano y son la génesis del ataque.
En el mediocampo Gonzalo Martínez, en estado de gracia goleadora contra Boca, y Exequiel Palacios son hoy los jugadores más determinantes del conjunto millonario, por su dinámica y contracción táctica. Es poco probable que ambos continúen en River el año próximo. El primero está en la mira del Atlanta United de la MLS de Estados Unidos, mientras Palacios figura en la agenda del Real Madrid.
Y en ataque, el colombiano Rafael Santos Borré ha sido determinante en las últimas series de la Libertadores. Todo equipo aspirante a campeón necesita de un arquero firme. Franco Armani, desde que llegó a River a principios de este año, completó todos los casilleros del puesto.
Las contras para el millonario son las ausencias de su capitán Leonardo Ponzio, caudillo del medio, y del propio Gallardo, quien no podrá siquiera pisar el estadio la Bombonera y deberá quedarse en la tribuna en la revancha el sábado 24 de noviembre.
Así lo determinó la Conmebol luego que no acatara una suspensión previa de la entidad en la semifinal ante Gremio.
“Gallardo es la cabeza del equipo y no tenerlo es una pérdida grande”, admitió Maidana. “Pero el plantel tiene gente experimentada que desde el banco intentará guiarnos. Somos un grupo muy fuerte y estamos preparados para afrontar este desafío”.
Boca no luce como conjunto, pero se recuesta en la abundancia de sus figuras. Hoy puede darse el lujo de dejar en la banca a Carlos Tévez, Fernando Gago y al colombiano Edwin Cardona. En ataque, tiene a sus dos goleadores Ramón Abila y Darío Benedetto en gracia. Este anotó tres goles en la serie de la semifinal ante Palmeiras.
“Si podemos hacer uno o dos goles mejor, pero siempre mantener el arco en cero. Estar bien concentrados y si podemos liquidarlo en cancha de Boca mejor”, apuntó el volante Pablo Pérez.
Una costumbre
Boca ha definido siempre de visitante en la fase eliminatoria de la actual Libertadores. En cada serie, marcó dos goles de local.
Barros Schelotto ganó tres Libertadores como jugador en 2000, 2001 y 2003. Gallardo también en 1996, pero condujo a River a su tercer trofeo continental ya como entrenador en 2015.
Sentados en la banca, Gallardo aventaja 3-2 en el historial de enfrentamientos. Su victoria más importante fue en marzo de este año en la final de Supercopa argentina.
“No tiene nada que ver con partidos anteriores”, aclaró Barros Schelotto. “Es una final muy estudiada, me parece va a ser muy peleada y discutida desde lo futbolístico y muy pareja”.
Los dos deberán tener especial cuidado con las amonestaciones. Entre ambos suman 10 jugadores con amarillas acumuladas, por lo que si el árbitro chileno Roberto Tobar les saca otra quedarán suspendidos para disputar la revancha. Maidana, Pinola, Martínez, en River, y Pérez en Boca son alguno de ellos.
La final ha alterado los ánimos en Argentina, donde la mayoría de su población de unos 40 millones de habitantes divide su pasión entre River y Boca.
El presidente Mauricio Macri, confeso hincha de Boca, al cual presidió con éxito durante una década, trató de afortunado a Gallardo con un término soez durante un acto oficial. Días atrás una pareja inscribió a su hijo recién nacido Enzo River Plate Bejarano en el registro civil.
En los medios de comunicación abundan los cardiólogos y psicólogos dando consejos para que un partido de fútbol no se convierta en causal de muerte o estrés. Igual de reiteradas fueron las apariciones de funcionarios de seguridad para garantizar que todo transcurra en paz, pese a que paradójicamente no habrá público visitante en ninguno de los estadios. Argentina los tiene prohibido desde 2013, con algunas excepciones.
"Es muy fuerte la presión porque toda la opinión pública está pendiente de esto, porque es un resultado que va a ser trascendente, que se va a recordar por muchos años, porque es una final única hasta ahora en la historia”, analizó el psicólogo deportivo Oscar Mangione. “Depende de los equipos y de los conductores cómo resistan esa presión. Hay que trabajarla esa presión y la planificación de estos días, la cohesión de grupo, la confianza que el entrenador les dé es fundamental porque los dos tienen una presión altísima".
Pese a toda la expectativa, han sido los protagonistas quienes se han mostrado más mesurados.
“El que salga vencedor tendrá la gloria absoluta y el que no seguirá peleándola, esto es así. No es vida o muerte, es un mensaje erróneo y muy malo para nuestra sociedad", enfatizó Gallardo.
Buenos Aires / Karel Janicek / AP