Hace 100 años, la Virgen del Valle fue nombrada como “Patrona de Oriente” y durante este centenario su misericordia ha trascendido en infinidad de fieles, milagros y muestras de amor.
El Valle del Espíritu Santo, en Margarita, es el lugar donde tradicionalmente se congregan los devotos para honrarla y agradecer por todos los favores concedidos. Pero, por segundo año consecutivo ello no será posible por efectos de la pandemia.
A pesar de ello, no desfallece el entusiasmo de quienes ven en “Vallita” a su santa madre, a quien elevan sus plegarias.
La familia Velásquez es una de las muchísimas que han demostrado a través del tiempo la devoción por esta advocación mariana, sorteando cualquier dificultad con tal de hacerlo. Ello con el propósito de que cada uno de sus integrantes y generaciones puedan continuar con la tradición de fe que lleva arraigada desde su propio nacimiento.
“Siempre quise tener una niña y le había ofrecido a ella que si nacía hembra iba a llevar el nombre Del Valle y se la iba a llevar al santuario”, recordó María del Valle Velásquez.
Cuando el doctor le dio la noticia de que su tercer embarazo era de una bebé, ella se emocionó mucho. Ya tenía el nombre asegurado.
“Tenía fecha para el mes de febrero y el 13 me dieron los dolores. Cuando llego allá, se me complica porque no podía parir y no me hacían cesárea porque ya la niña estaba en el canal. No quería nacer”, dijo Velásquez.
Resaltó que le pedía a la Virgen del Valle que pusiera en las manos de los médicos los instrumentos necesarios. Tres doctoras se convirtieron en sus aliadas para enfrentar aquel duro episodio, desde la atención médica, las palabras y una enorme cercanía.
“Una se me montó encima y fue como ella pudo salir, toda moradita, no lloró ni nada. El pediatra se la llevó porque ‘iba sin respirar’ y le estaban dando auxilio”, afirmó.
Los especialistas se pusieron en labores y la crisis cesó. Pero de aquel 14 de febrero, en la Isla de Margarita, quedó un nombre y un agradecimiento eterno por parte de este núcleo familiar. Le pusieron Valentina del Valle para honrar a San Valentín y a la Virgen del Valle. “Y bien bonito que le quedó”, expresó con emoción esta devota, quien reside en Maturín.
“Estoy muy agradecida con la Virgencita del Valle por haberme sacado de eso. Me alegra y siempre diré ‘Salve Reina’. Como margariteña, voy a orarle, bendecirla y mantenerla en mi hogar, así he educado a mis hijos”, recalcó con orgullo.
Para Valentina es una responsabilidad y un honor continuar con esta abnegación religiosa que “forma parte de su corazón desde que tiene uso de razón”. A sus 18 años siente que su vida es un milagro y, para ella, el 8 de septiembre es una fecha muy importante que va mucho más allá de pagar una promesa.
Maturín / Oriana García Rivas