La expectativa en el país y el mundo se percibía por todos lados. Diciembre parecía traer, aparte de su acostumbrado frío, ciertos aires de cambio tal vez propiciados por el cambio de milenio que sucedería el 31 de diciembre.
Sin embargo la tranquilidad de las fiestas navideñas se vio afectada por fuertes lluvias en la franja costera de toda Venezuela el día 5 de diciembre. En ese entonces Defensa Civil decretó alerta por lluvias en el recién creado territorio Federal Vargas que se conformó en mayo de 1998, con un solo municipio del mismo nombre.
Nadeska era una joven periodista de 29 años, quien trabajaba para el Departamento de Prensa de la Alcaldía del municipio Vargas.
Al trabajar con el Departamento de Prensa del gobierno local tuvo acceso a informes de los organismos de Protección Civil como bomberos o la entonces Defensa Civil.
El día 15 que comenzó la tragedia, en la mañana ya había algunos damnificados; había fallas en el servicio eléctrico y las telecomunicaciones, que para entonces se encontraban en la transición de analógico a digital.
Según cuenta Nadeska, la tragedia fue provocada por tres derrumbes ocurridos en distintas zonas entre el 15 y 16 de ese mes.
“Me di cuenta de que la situación se iba a agravar en la tarde del 15 de diciembre, por eso recogí mis cosas junto a mi hija y otros vecinos, salimos de ahí”, recuerda.
Afirma que no fue fácil abandonar su casa, puesto que para poder sobrevivir tuvo que saltar de techo en techo con su entonces bebé de 2 años.
“Quedamos atrapadas entre el barro y unas piedras. Una persona que se llamaba Juan Carlos nos ayudó, siempre le voy a estar agradecida. Nunca más supimos de él”.
Relata que una pareja en un edificio contiguo se ofreció a resguardarlos en su penthouse. Eran casi 25 personas y entre ellos surgió hermandad, pues pasaban el día viendo televisión e información en internet, hasta que se fue la luz.
“Recuerdo con mucha impresión la mañana del 16 de diciembre. Como no había luz se escuchaba la lluvia, pero no se veía lo que estaba pasando. Por la mañana me asombró el nivel de destrucción. El campo de golf de Caraballeda, cerca de donde yo vivía, estaba completamente partido a la mitad y dentro de esas fracturas había agua. Parecía un río en una película apocalíptica”.
Continúa contando que una de las cosas más duras por las que tuvo que atravesar la familia fue la separación, porque si bien no hubo familiares fallecidos, las pérdidas materiales por la reubicación fueron grandes. Perdieron sus casas y ella se fue a Guanare, en el estado Portuguesa, y su hermana para el estado Guárico. Nadeska regresó un año después, por la oferta de trabajo en pleno proceso de reconstrucción.
Sobre las lecciones que le dejó el suceso señala: “te podrá sonar muy cliché y repetitivo, pero esto me enseñó que la vida es un ratico y nos podemos ir de este mundo en unos segundos sin nada de lo que tenemos. Yo perdí desde mi casa hasta mi carro, e incluso, logros personales que yo consideraba importantes”.
Jenny fue gerente de emisión de noticias en un reconocido canal de televisión hoy desaparecido, Radio Caracas Televisión (RCTV), y narra su experiencia desde la perspectiva de un medio de comunicación.
Cuando hay noticias de interés e impacto nacional como catástrofes, las televisoras suelen hacer coberturas especiales de los sucesos, y en el caso del deslave del estado Vargas este canal ya tenía un operativo armado porque para ese día se desarrollaba el referéndum aprobatorio de la Constitución de 1999.
“La lluvia fuerte comenzó el día 12 de diciembre. En pleno operativo electoral nos damos cuenta de que la situación se estaba agravando gracias a la información que recibimos de nuestra gerente de información, quien casualmente tenía un apartamento en La Guaira”, explica.
Detalló que el corresponsal del operativo electoral también reportó algunas situaciones generadas por las lluvias; sin embargo, al día siguiente de madrugada enviaron un equipo encabezado por uno de los reporteros del noticiero.
“Fuimos el primer medio de comunicación grande que llegó a la zona del desastre. Todo estaba trancado, pasamos bajo nuestro propio riesgo”.
Señala que por las cosas que el equipo vio en la vía hacia el litoral central se dieron cuenta de que la situación era absolutamente grave e incluso, Jenny recibió un mensaje de su productora rogándole que se cuidara porque pensaba que la situación podría ser similar en los altos mirandinos, lugar donde residía.
“Nuestro primer reportero llegó muy afectado a Caracas, y al final de la tarde el segundo equipo, sí pernoctaba en las zonas afectadas. Fuimos de los primeros en llegar a áreas como Los Corales y Carmen de Uria”, detalla.
Sobre el tratamiento informativo, asegura que es muy complicado saber qué mostrar y qué no mostrar, porque algunas imágenes eran demasiado impactantes y sentía que estaban realizando más un servicio social que informativo.
“Se colocaban los videos grabados en los monitores del aeropuerto de Maiquetía una y otra vez para que la gente lograra reconocer a sus posibles familiares sobrevivientes. Incluso al canal llegaron personas en búsqueda de familiares”.
Dice que vieron cómo desenterraban a familias enteras del barro, y que las personas sobrevivientes que venían del área de Los Corales y Carmen de Uria y habían sobrevivido a las avalanchas “parecían zombis, no tenían la capacidad de decir ni una sola palabra”.
Respecto a cómo recuerda la Navidad de esa época, afirma que fue muy difícil esa dualidad entre la tragedia y el júbilo de las fiestas decembrinas.
“Durante esos días salíamos periódicamente del canal para tomar un respiro, pero era muy difícil no pensar en lo que sucedía. De vez en cuando nos entraban ganas de llorar”.
Recuerda con nostalgia que logró salir de vacaciones el día 21 de diciembre y cuando llegó a su casa en los altos mirandinos su familia estaba comentando lo que pasó; sin embargo, se encontraban compartiendo con relativa normalidad.
“Ese contraste fue muy difícil porque, mientras yo venía de ver cosas muy duras y gente que la estaba pasando mal, prácticamente perdió todos sus bienes materiales e incluso toda su familia. El resto del mundo seguía viviendo en completa normalidad”.
Bolívar / Correo del Caroní