Habitantes del barrio Razetti II de Barcelona piden a las autoridades competentes que se aboquen a atender los diversos problemas que confrontan, especialmente en lo que se refiere a la recolección de la basura, las condiciones de las calles y los botes de aguas blancas.
Y es que este el panorama que suele recibir a propios y visitantes cuando ingresan a esta comunidad que se encuentra ubicada en la avenida Argimiro Gabaldón, a escasos metros del puente que da acceso al Hospital Universitario Luis Razetti.
"Se acerca Navidad y no hemos visto ningún tipo de atención para mejorar las condiciones del sector. La entrada la han convertido en un basurero donde se pelean los zamuros y los perros porque no recogen los desechos bien. Además tenemos años con una laguna porque Pdvsa (Petróleos de Venezuela S.A) e Hidrocaribe (Hidrológica del Caribe) se pelotean la reparación de un tubo y nadie soluciona. Las calles necesitan pavicreto. Agradecería que el gobierno meta la mano barrio adentro", expresó Nelson Castro.
José López, uno de los encargados de la línea de mototaxis que se sitúa en la entrada de la comunidad, manifestó que no sólo necesitan pavimentación para la calle principal, la cual tiene varios huecos, sino también para algunas transversales que se encuentran en malas condiciones, al igual que para unas cuatros calles que todavía son de tierra.
"Desde hace más de 10 años las condiciones empeoraron y de verdad necesitamos que sean atendidas. Además, los reductores de velocidad que existen son demasiado altos y así dañan las motos y los carros, deben bajarle la altura", dijo.
De igual manera, tanto él, como un grupo de compañeros, pidieron ayuda para ampliar la parada que construyeron en la entrada, para que no sólo la puedan usar para resguardar sus motos sino también para que los usuarios esperen.
Por otro lado, vecinos solicitaron que mejoren el servicio eléctrico, el cual se va hasta cuatro veces en el día por un lapso que, en algunas ocasiones, supera las seis horas, afectando a las más de 400 familias que allí residen.
Barcelona / Elisa Gómez