Los primeros migrantes venezolanos, deportados por Estados Unidos hacia la ciudad fronteriza de Tijuana, llegaron a la ciudad mexicana.
El hecho se produjo luego de que el pasado miércoles el Gobierno estadounidense emitió una medida conjunta con el mexicano para retornar de forma inmediata a aquellos migrantes de Venezuela que ingresen de forma irregular por la frontera.
Según el Departamento de Seguridad Nacional, esta medida es “para reducir la cantidad de personas que llegan a la frontera sudoeste y crear un proceso más ordenado”.
Hasta el momento se sabe que fueron alrededor de 250 los migrantes deportados por el puerto fronterizo de El Chaparral.
Los venezolanos ahora tienen la incertidumbre de qué van a hacer con sus vidas en esta ciudad que no conocen, aunque tienen claro que no pretenden ir a los albergues porque “ahí son como presos” y algunos refirieron que buscarán cómo establecerse, mientras que otros buscarán la manera de seguir intentando cruzar hacia Estados Unidos.
Tras las deportaciones, la comunidad venezolana en Tijuana se dio a la tarea de buscar la manera de organizarse para poder apoyarlos.
Frank Mijares, activista y restaurantero venezolano en la ciudad, señaló que se tomó la tarea de solicitar la colaboración de otros venezolanos para apoyar mediante una colecta de ropa y alimentos, a fin de hacerlos llegar a los centros donde están sus paisanos.
Sostuvo que no están en facultad de poder organizarse, como sucedió en su momento con la comunidad de migrantes ucranianos, sobre todo porque no tienen una figura institucional de respaldo en esta región.
Sin embargo, dijo que verán cómo transcurre esta situación que tiene su grado de complejidad porque muchos están saliendo bajo engaños.
El activista recalcó que la mayoría de estas personas llegan a Tijuana y se trasladan a San Luis Río Colorado y cruzan entregándose a las autoridades estadounidenses, mientras son acompañados en todo el proceso por polleros que les cobran hasta 6.000 dólares.
Para activistas como Alberto Chávez, integrante de la organización Espacio Migrante, el temor es que, ante la saturación de albergues en la ciudad, los migrantes se verán expuestos a estar en las calles y serán blanco fácil para las personas que tratan con personas, los llamados “polleros, y para la gente del crimen organizado que aprovecha para realizar secuestros.
“Es obvio el mensaje que están dando, es para cansar a las personas, inhibir que emigren, este año se quitó el Protocolos de Protección a Migrantes (MPP), pero al final sigue pasando lo mismo, los cansan para que regresen a sus lugares de origen”, añadió Chávez.
Para Enrique Lucero, director de Atención al Migrante en Tijuana, el Instituto Nacional de Migración (INM) tiene “que dejarlos en un albergue, no los pueden dejar a la deriva, sería algo inhumano”.
Tijuana, México / Redacción web