
“¿Y tú qué crees que va a pasar?”
Esta interrogante ya se había convertido en una de las más formuladas entre amigos, vecinos y conocidos en las calles de Caracas desde antes del pasado lunes, cuando se oficializó, a través de una publicación en el Registro Federal de Estados Unidos, la designación del llamado Cartel de los Soles como organización terrorista.
Dos días después, la incertidumbre de los caraqueños sobre lo que significaba este nuevo peldaño en la escalada de tensiones entre la Casa Blanca y Miraflores, se había incrementado también.
Paradójicamente, en la cotidianidad de los capitalinos, no había nada que tradujera esto en algún tipo de alarma. De las conversaciones más casuales, salpicaban palabras como “guerra” o “invasión”, y, sin embargo, la tranquilidad parecía ser la norma.



La lluvia intermitente que cayó este miércoles desde la mañana sobre la capital -al igual que en los dos días anteriores-, ayudaba de alguna manera a transmitir ese ambiente de calma. La gente se trasladaba en transporte público o metro hacía sus trabajos, el flujo de vehículos por calles y avenidas era el habitual y los comercios recibían a sus clientes. La normalidad era la constante.
A las 8:35 am, la Unidad Educativa Gran Colombia, uno de los centros de enseñanza más grandes de la capital ubicado en la parroquia Santa Rosalía, en el suroeste caraqueño, recibía a decenas de estudiantes despreocupados.
A las afueras de las instalaciones, en la avenida Roosevelt, una extensa hilera de vehículos particulares, taxis, camionetas y jeeps, hacían fila por más de dos cuadras, esperando su turno para llenar el tanque de gasolina en una estación de servicio cercana al terminal de La Bandera.
Pero era algo común y corriente en el país; las colas por combustible no tenían que ver con algún tipo de intranquilidad.
En Caracas tampoco había ambiente de “compras nerviosas” este miércoles 26 de noviembre.
Los expendios de alimentos, mantenían su flujo habitual de clientes. “Lo normal”, dice una de las cajeras del supermercado Central Madeirense ubicado en el Centro Comercial Chacaíto en Caracas.
Niega con la cabeza cuando se le pregunta por la posibilidad de “compras nerviosas por los rumores”, pero admite que, si bien la entrada de personas pudo haberse incrementado algo en la última semana, es a causa de la llegada de la Navidad.
“Acá no va a pasar nada”, dice una señora quien espera por pagar un paquete de arroz, azúcar y una mano de cambures, en la misma caja.
“Si algo pasa, van a buscar directamente a quien vayan a buscar y ya (…) No van a bombardear”, agrega con una mueca en la boca.

A diferencia de otros años -cuando se especulaba sobre “golpes de Estado” o “asonadas militares”-, los rumores esta vez apuntaban a una “guerra” o una “invasión”. Sin embargo, en los establecimientos comerciales capitalinos, la gente parecía más preocupada por la situación económica y de que el dinero le alcanzara para sus compras diarias.
La incertidumbre se siente en el ambiente, pero parece haberse repartido en otros temas.
En una camioneta, que pasa cerca de la Universidad Central de Venezuela, un hombre de cabello blanco, habla con una mujer, quejándose por acabar de comprar en un Farmatodo cercano, un medicamento llamado Sulfasalazina por Bs. 2 mil 500, y de haber pagado, días atrás, más de Bs 3 mil en pollo.
“El pobre lleva palo”, responde la mujer, “y ahora en diciembre, peor”, agrega. “El sueldo sigue igual, y aquí nadie protesta”, la secunda el hombre.
En el Metro de Caracas, el trayecto desde la estación Plaza Venezuela en dirección Palo Verde, muestra vagones repletos de pasajeros.
Unos se entretenían escuchando música con sus auriculares inalámbricos, otros, permanecían absortos con sus celulares y los menos, conversando con las personas más cercanas. En una de estas charlas, un hombre comentaba a otro sobre un “audio que le pasaron” sobre un supuesto -e infundado- “cierre” de las vías de acceso a La Guaira.

En Chacao, al este de la capital, había escampado brevemente a las 9: 42 am. En el supermercado LUZ, al frente a la estación del metro, una decena de personas hacía fila para pagar en la caja, pero, simplemente, estaban haciendo sus compras ordinarias del día, lejos de la ansiedad que podía generar la política.
Dos cuadras más abajo, en la panadería Villa Chacao, las mesas dentro del establecimiento se encontraban ocupadas, principalmente por parejas, que disfrutaban de un café y de una charla relajada.
A las 10:29 am, la lluvia se sentía con intensidad en la Plaza La Candelaria, en el centro de Caracas. Ya habían pasado más de cinco semanas desde la canonización de José Gregorio Hernández el 19 de octubre, y los feligreses que pasaban por la Iglesia de Nuestra Señora de La Candelaria, aprovechaban para entrar y tener un breve instante de recogimiento y oración frente al monumento donde reposan los restos del médico convertido en santo.
Otros permanecían sentados en los bancos del templo a la espera de la próxima misa.
“No creo que pase nada”, responde un hombre de mediana edad y barba que se encontraba parado al final de la nave lateral derecha del recinto. “Y no va a pasar nada, porque Maduro se va a entregar”, remató.
En la avenida Urdaneta, donde se encuentran las sedes de distintos organismos públicos, el tránsito vehicular era similar al de cualquier otro día.


Tampoco se observaba algún despliegue de fuerzas públicas fuera de lo común. Frente al Ministerio de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, se dejaban ver siete efectivos de seguridad vestidos de negro y con armas largas, mientras, la entrada del edificio del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) estaba profusamente decorada con motivos navideños, incluyendo una enorme caja roja iluminada, con las palabras “Feliz Navidad” que podía ser utilizada para que las personas se tomaran fotos.
La lluvia había hecho que pasadas las 11:00 am, la Plaza Bolívar no estuviera tan concurrida como en otras oportunidades.
Aprovechando un momento en que el agua dio tregua, un hombre vestido como El Libertador se acercó a la estatua ecuestre del Padre de la Patria para tomarse fotos con los pocos visitantes que allí se encontraban.
“Aquí no va a pasar nada. El presidente se queda”, comentó un joven que aprovechó para sentarse un rato en un banco de la plaza.
“Para mi si va a pasar”, dijo Rafael, un hombre que aparentaba rondar los 60 años, y que se acercó a otro banco, para ordenar unos papeles en una carpeta. “El operativo no será en vano. Y habrá movimiento social”, aseguró.
Ya en la avenida Bolívar, la lluvia volvió a arreciar. Eso no impidió que autos, camionetas, y peatones con paraguas, chaquetas o bolsas para protegerse del agua, siguieran moviéndose en medio del ajetreo.
Mientras, los pasillos del Mercado de La Hoyada se encontraban abarrotados de gente en ese momento. Zapatos, pantalones, camisas y prendas de todo tipo, eran ofrecidos sin descanso.




A pesar de lo concurrido, el ambiente navideño era algo que se echaba en falta en el recorrido por los galpones.
Lo mismo ocurría en el bulevar de El Cementerio, en el suroeste de Caracas. La afluencia de personas, en medio de cientos de puestos exhibiendo todo tipo de mercancía, como imitaciones de jeans de marca, franelas con las imágenes estampadas de Messi o Ronaldo, juguetes de superhéroe como regalo del Niño Jesús, pijamas, equipos de sonido, no significaba que las ventas se multiplicaran. Pero caminar en medio del bullicio, si podía transmitir tranquilidad.
Desde abril de 2002 los recurrentes rumores sobre golpes de Estado pasaron a formar parte del ecosistema social del venezolano.
“Compren comida”, “ruidos de sable”, “no salgas mañana”, “alguien de confianza me dijo…”, eran frases que, con los años, fueron erosionando la credulidad e inocencia de la población.


Luego de 20 años, la desconfianza se volvió el antídoto frente al nerviosismo y la ansiedad que los rumores sobre un “cambio de gobierno” o una “asonada militar” generaban en parte del país.
La tranquilidad, derivada ya sea del escepticismo o de una calculada expectativa, se había convertido ahora en una forma de sobrevivir.
Caracas / Rodolfo Baptista


