El comercio de China con Estados Unidos caía forma drástica conforme los dos bandos se preparaban para entablar más negociaciones, sin indicios de progresos para poner fin a una guerra arancelaria que amenaza el crecimiento económico global.
Las importaciones de productos estadounidenses cayeron 22% en agosto respecto al año anterior, a 10.300 millones de dólares, tras subidas de impuestos en China y órdenes de cancelar pedidos, según mostraron el domingo nuevos datos de aduanas.
Por su parte, las exportaciones a Estados Unidos, el mercado más grande de China, se hundieron un 16%, hasta 44.400 millones de dólares, presionadas por los aranceles punitivos impuestos por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en un pulso en torno al superávit comercial de Pekín y sus ambiciones tecnológicas.
Pekín se está resistiendo a las presiones de Estados Unidos de que renuncie a sus iniciativas para crear firmas controladas por el gobierno capaces de competir a nivel internacional en sectores como la robótica. Estados Unidos, Europa, Japón y otros socios comerciales dicen que esos planes incumplen los compromisos de China de abrir sus mercados y se basan en robar o presionar a las empresas extranjeras para que entreguen su tecnología.
Las subidas arancelarias que se han cruzado China y Estados Unidos por valor de miles de millones de dólares han afectado al comercio de productos como la soja o equipamiento médico, y golpeado a los operadores en ambos lados.
Los exportadores chinos también se ven presionados por un descenso en la demanda global de consumo en un momento en el que Pekín les insta a buscar otros mercados para sustituir a Estados Unidos.
Diálogo necesario
Los negociadores estadounidenses y chinos se preparaban para una ronda de conversaciones en octubre, más tarde de lo previsto en un principio, sin indicios de concesiones que puedan romper el estancamiento.
Pekín afirma que los aranceles contra productos chinos deben levantarse una vez entre en vigencia un acuerdo.
Washington afirma que algunos deben mantenerse para garantizar que Pekín cumple las promesas que haga.
El gobierno chino ha acordado reducir su superávit comercial con Estados Unidos, pero es reacio a renunciar a sus estrategias de desarrollo, que ve como una senda a la prosperidad y la influencia global.
Algunos analistas sugieren que Pekín está capeando el temporal con la esperanza de que Trump se vea presionado para aceptar un acuerdo más favorable conforme se acerque su campaña a la reelección para 2020. Trump ha advertido que si es reelegido, China afrontará una estrategia negociadora más dura de Estados Unidos.
Pekín / John McDonald / AP