El documental “Yo no me llamo Rubén Blades” descubre el carácter creativo e íntimo del artista panameño a través de una profunda conversación, con un recorrido por los lugares fundamentales de una de las figuras latinas más influyentes del mundo del espectáculo.
El carismático cantante, compositor y actor reconoció, durante una conferencia en el festival South by Southwest (Sxsw) de Austin (Texas), no haber visto aún la película puesto que confía en el trabajo del director, su compatriota Abner Benaim, y porque “con humildad”, considera que no merece tal honor.
“Además, ya no soy capaz de soportarme viéndome a mí mismo durante una hora y media”, dijo en tono de broma en medio de la conversación que moderó el periodista Félix Contreras.
Recorrido
En el filme, el intérprete repasa algunos de los momentos destacados de su carrera sobre los escenarios y cómo entró en el mundo de la música “sin esperarlo”, justo después de acabar sus estudios de abogacía en Estados Unidos, país al que llegó tras el exilio de su familia de Panamá en la época del exgeneral Manuel Antonio Noriega.
Blades, cuyas letras han ido siempre cargadas de hechos reales ocurridos en la sociedad, con un remarcado carácter reivindicativo y social, explicó que el propio escritor colombiano Gabriel García Márquez lo definió como “un cronista” de su generación más que un cantante.
“Cuando comienzas a leer mucho, a crear tu propia visión, es cuando puedes decidir qué historias son importantes para contar y ayudar a formar la opinión de la gente”, comentó.
El panameño emocionó con su historia a quienes acudieron a las salas de cines de varias naciones, donde se estrenó simultáneamente el documental, a ver Argentina o Uruguay en la época de las dictaduras militares latinoamericanas, donde él acudía con letras que eran un grito de libertad, y sobre la incertidumbre por la reacción del público.
Con esta cinta, presentada en el marco del festival Sxsw de la capital texana, el cineasta Abner Benaim quiso trasladar las palabras de Blades a imágenes para retratar “las dos vidas del artista”, esa cara íntima y personal en el espacio de su casa, junto a la transformación que para él supone subirse a un escenario y presentarse ante miles de personas.
“La belleza de la obra de Rubén Blades es que ya tiene 50 años (de trayectoria), por lo que podemos ver cómo ha evolucionado en el contexto de Latinoamérica y cómo ha formado de cierta forma la ideología de mucha gente”, resaltó el director.
Texas / Agencias