Más que formar parte de un oficio, ser taxista se llegó a convertir en un momento, en una tabla de salvación para muchas personas que haciendo uso de su vehículo particular se ganaban un dinero extra.
Sin embargo, el bajo poder adquisitivo de los anzoatiguenses, que se ha reducido a lo mínimo tras más de cinco años de crisis económica, trajo también como consecuencia la caída de la demanda de los usuarios de este servicio y la falta de recursos para la compra de repuestos dirigidos al parque automotor, a tal punto que son pocas las unidades operativas y los ciudadanos prefieren caminar, en vez de agarrar un taxi.
Al menos en ello coincidieron los trabajadores del volante que fueron entrevistados por el equipo de El Tiempo en la zona metropolitana de Anzoátegui.
“Son muy pocos los servicios que se hacen. De 6:00 am a 12:00 pm puede que haga dos, o a veces me calo toda la mañana y no haga nada. La gente prefiere irse caminando para Boyacá y no agarrar un taxi. Es muy difícil”, expresó José González, quien tiene 20 años en el oficio y forma parte de la línea Taxi Bulevar 5 de Julio, a la cual le quedan cinco afiliados activos de 35 que la integraban.
González agregó que su día a día se ha convertido en una prueba de sobrevivencia, pues lo que logra hacer es para cubrir su alimentación para, máximo, dos días.
“Uno tiene sus clientes fijos, pero no llaman todos los días, sino como uno o dos a la semana. En mi caso, a veces trabajo la mecánica para tener un dinero extra”, señaló.
Dinero sólo para la alimentación
La mayoría de los taxistas manifestaron que el dinero que logran hacer a diario sólo les alcanza para cubrir los gastos de alimentación. Cuando se les dañan los vehículos, deben pedir prestado para hacer los arreglos.La falta de recursos para la reposición de unidades también ha afectado al conductor Jesús Alejandro, a quien le robaron el carro hace unos 10 años.
“A nosotros nos obligaron a formalizar la cooperativa para vernos beneficiados con la entrega de vehículos por el Gobierno y resulta que todos los carros de taxi que llegaron al estado, tú los veías estacionados en la gobernación, porque eran de los trabajadores”, resaltó.
La caída de la demanda de usuarios se observa con facilidad al transitar cerca de las líneas que aún están activas, ya que la fila de conductores en espera es notoria y se escucha por todos lados vociferar la palabra: “taxi, taxi”.
Y es que desde las 6:00 am que estaba en espera para cargar, hasta las 10:00 am, no había salido la primera “carrerita” de José Sequeda, miembro de la Cooperativa Casa Fuerte, quien tiene 10 años detrás del volante.
Cuando llegó se encontraba en el tercer lugar de la lista, pues para ser el primero y tener oportunidades de dar más vueltas, debe de llegar de 5:00 am a 5:30 am, aunque no exista garantía de ofrecer un servicio tan temprano.
“Antes hacía, mínimo, cuatro carreritas hasta las 3:00 pm y a veces hago una y es corta. La gente prefiere pagar autobuses porque no tiene para un taxi. Ni en diciembre, que teníamos muchas expectativas; fue fatal. A veces, para no perder al cliente, cobramos hasta la mitad del monto”, enfatizó.
Según las opiniones de los conductores, un servicio de corta distancia cuesta $3, intermedia $5 (ejemplo de Barcelona al Peñón del Faro en Lechería, pues más lejos puede llegar a salir en $8) y larga entre $8 y $10 (Barcelona-Puerto La Cruz).
“La mayoría que pide un servicio de taxi es porque lleva una emergencia. Los destinos son hospitales, seguros o clínicas”, resaltó Sequeda.
Otra de las modalidades a las que han tenido que recurrir los taxistas, es a cargar pasajeros por puesto, para algunos de los destinos más demandados.
“Estamos acostumbrados a taxi, pero si tenemos una necesidad –por ejemplo, en mi caso, comprarle las pastillas de la hipertensión a mi esposa–, cobramos por puesto para tener un ingreso. Para Lechería pedimos Bs 2,50 y para Puerto La Cruz Bs 5”, mencionó Sequeda.
Sin embargo, ya han surgido líneas que se han adaptado a esta modalidad, aunque no dejan de ofrecer un servicio de taxi cuando se presenta la oportunidad, tal como ha ocurrido con Guerreros del Volante. Sus afiliados suelen cargar pasajeros entre la plaza Bolívar y el Centro Comercial Puente Real de Barcelona, por un monto de Bs 2.
“Nos hemos ajustado a la crisis. Esto es prácticamente para comprar comida, porque para mantener un carro no alcanza. Aquí la mayoría tiene un oficio, que si mecánico, policía, etc. Yo por ejemplo, trabajo también como vendedor de una farmacia”, relató el conductor Rafael Ramírez.
El chofer Víctor Alejandro Rondón es otro de los que se han sumado a esta modalidad, pero para cargar entre Barcelona y Lechería. Aseguró que desde hace cinco años no se consiguen las “carreritas” en la calle; cuando mucho –dice– logra una a la semana.
“Antes hacía un promedio de 30 carreritas por día. Ahora, a veces es que alguien le mete la mano al carro”, señaló.
Así como ocurre en otras líneas, en la que labora Rondón también depende del turno que tenga, puede dar tres o cuatro vueltas, cuando mucho. Para el momento de la entrevista, había llegado a las 9:00 am, por lo cual le correspondió el sexto lugar y ya llevaba una hora de espera.
Compran gasolina a revendedores
Para poder trabajar sin tener que gastar mucho en gasolina, el conductor Víctor Alejandro Rondón opta por comprar, cuando se consume los 120 litros del cupo subsidiado al mes, a revendedores.Aseguró que le sale más económico pagar $5 por 30 litros que adquirir esa cantidad en las estaciones de servicio a tasa internacional.
De acuerdo con lo expresado por el presidente del Sindicato Único de Trabajadores del Transporte del estado Anzoátegui (Sutta), Lorenzo Rodríguez, los taxistas no escapan de la situación que atraviesan los conductores de los autobuses, busetas y carritos por puesto: más del 95% del parque automotor se encuentra parado por falta de repuestos y la poca capacidad de producción económica para mantener las unidades.
“Los pocos que están trabajan esporádicamente porque la oferta del servicio es muy poca y eso conlleva a que la demanda de usuarios se minimice. Antes de que llegara este gobierno, tú te parabas en cualquier esquina y en 5 minutos tenías un taxi. Ahora, poco ves un taxi en la vía y trabajan bajo dos modalidades: el servicio de taxi y cuando sale un viajecito para cualquier parte del país. Ellos no se paran, les dan curso para poder sobrevivir”, resaltó.
Según Rodríguez, otro de los factores que han afectado al gremio es el desabastecimiento de gasolina a precio subsidiado. Aunque reconoció que ha mejorado la situación, explicó que los taxistas trabajan un día o día y medio, pero se deben paralizar dos o tres mientras les vuelve a tocar el turno, a menos que deseen abastecerse al valor internacional, para lo cual no hay inconveniente.
“Si a un taxista le piden una carrerita entre Barcelona y Puerto La Cruz y dice que son $10, nadie se los paga. Lamentablemente tiene que llevarlos por $5 y tomando en cuenta que el litro de gasolina cuesta medio dólar, prácticamente está trabajando para comprar la gasolina a precio dolarizado”.
Por otro lado, al dirigente sindical le preocupa que el Gobierno no aplique una política económica para reponer la flota de los transportistas a nivel general.
“Estoy seguro que si tienes una oferta de servicios, que si hay bastante unidades en la calle, en esa medida se reactiva la confianza del usuario. Pero cuando el usuario ve que la oferta es muy poca y que tiene que pasar tres o cuatro horas entre ir a Puerto La Cruz y regresar a Barcelona por la espera de los autobuses, pues prefiere hacer sus compras en un lugar al que pueda ir caminando”, resaltó.
Como muestra de cómo ha caído el parque automotor en la entidad, Rodríguez recordó que hasta 2005 registraban unas 95 líneas afiliadas a Sutta y actualmente quedan 30, pero cada una con una reducida disponibilidad de unidades.
Puerto La Cruz / Elisa Gómez