Aunque las cifras de inflación y tipo de cambio parecían destinadas a romper récords en el primer cuatrimestre de 2023 -y poner en jaque a la economía, llevándola al borde de una nueva hiperinflación-, lo cierto es que ambos indicadores se han desacelerado de manera sustancial en el último mes.
Así, la variación de la cotización oficial del dólar en cuatro semanas ha sido casi nula o fluctuando en incrementos de 1%, cuando, desde comienzos de enero (Bs 17,48), hasta finales de febrero (Bs 24,38), se había elevado 39,4% . El pasado martes 12, la tasa del Banco Central de Venezuela (BCV) aún se mantenía en Bs 24,39.
En cuanto a la inflación, la desaceleración también ha resultado significativa. Según datos del Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF), los primeros dos meses del año registraron un acumulado de 67,7% en el alza de bienes y servicios -alcanzado en febrero una aceleración de 20,2%-. No obstante, en marzo fue mucho menor, situándose en 4,2% y quedando la inflación acumulada en una cifra similar a la del primer bimestre.
Expertos consultados por El Tiempo confirmaron que la relativa estabilidad no sólo se reportó en los precios en bolívares, sino también en los costos en dólares. Incluso, según la firma Ecoanalítica, algunos rubros experimentaron una disminución de su valor en divisas.
El economista e integrante del OVF, José Guerra, explicó que la estabilidad del dólar -con una variación de prácticamente cero-, responde a varias circunstancias.
“La primera de ellas, ha sido la fuerte intervención del Banco Central vendiendo dólares. En el primer trimestre el BCV ha perdido millones de dólares, para tratar de mantener estable el tipo de cambio”.
En lo que va de año, desde enero hasta el pasado 10 de abril, el máximo organismo emisor ha vendido $1 mil 182 millones a la banca nacional, un aumento de 13,65% frente al mismo lapso de 2022, según datos manejados por el portal Banca y Negocios.
No obstante, en el último mes se ha registrado una evolución en la política de inyección de divisas para controlar la cotización.
Hasta el 13 de febrero, el BCV había colocado $368 millones -solo esa semana se inyectaron $180 millones que ralentizaron el alza de la divisa. Las nueve intervenciones realizadas a partir de esa fecha acumularon un total de $814 millones -121,2% más que lo registrado desde comienzo de año.
Pero, de manera sorpresiva, en marzo, el BCV fue reduciendo los montos de sus intervenciones. El 10 de abril, tras el feriado de Semana Santa, el BCV inyectó $70 millones al torrente financiero nacional, $3 millones menos que la semana anterior.
Según advierte Banca y Negocios en su reporte, esta disminución se debe a una leve oferta excedentaria de divisas, lo que llevaría al máximo organismo emisor a maniobrar con menos inyecciones de recursos es un escenario de relativa estabilidad.
Adicional a la venta de divisas, Guerra apunta que existen otros factores a evaluar en esta “ralentización” del comportamiento de los indicadores.
“Marzo fue un mes de pago de impuestos. Asimismo, no ha habido grandes gastos por parte del Gobierno; los salarios siguen siendo bajos y eso ha contenido la liquidez”.
Al respecto, el economista Alejandro Castro, explica que el aumento de la demanda de bolívares debido al pago del Impuesto Sobre la Renta que ocurre en el primer trimestre y, fundamentalmente, en marzo, es un fenómeno estacional que genera una estabilidad habitual en el año.
“Las empresas y las personas naturales venden dólares para tener bolívares y hacer el pago de impuestos. Esto hace que, evidentemente, la demanda de divisas disminuya y por eso el precio se contiene”.
Advierte Castro que normalmente, la estabilidad comienza a resquebrajarse en abril, cuando el Ejecutivo registra mayores gastos que ingresos.
“En ese momento, el Gobierno se voltea al Banco Central y le pide dinero, lo inyecta en la economía y estos bolívares le ponen precio del tipo de cambio. Entonces volvemos al rally de la depreciación del bolívar respecto al dólar”.
El experto precisa que existen factores que pueden acelerar o hacer más lenta esta pérdida de estabilidad estacional.
“¿Qué va a pasar en abril y los meses que están por venir? Todo va a depender de la necesidad que tenga el Gobierno de monetizar o no el déficit fiscal. Si las recaudaciones del impuesto sobre la renta fueron las esperadas, o superior a las esperadas, es probable que las necesidades de financiamiento no sean tan grandes y por ende, el tipo de cambio no se deprecie tanto. También está el tema de las reservas internacionales operativas que están en torno a los $800 millones, y hay que ver cómo las va a administrar el BCV. Tomando en cuenta el contexto actual, entonces, quizás, ‘queme’ menos divisas para contener el tipo de cambio”.
Los especialistas coinciden en que será un reto que el Gobierno y el BCV puedan mantener el tipo de cambio estable tomando en cuenta las particularidades del tema petrolero y las dudas existentes en torno a los ingresos.
La trama de corrupción Pdvsa-Cripto -que recientemente reveló el desvío de al menos $3 mil millones-, puso en el tapete los problemas de la exportación y la cobranza por la venta internacional de hidrocarburos.
El ingreso de divisas a las arcas del Estado no marcha con buen pie en esta primera parte del año. La producción petrolera del país no ha podido remontar la barrera de los 800 mil barriles diarios -en febrero la producción bajó 3,8% ubicándose en 704 mil barriles-, mientras la demanda puede verse disminuida producto de la crisis económica mundial.
“Buena parte del petróleo que se está exportando no se está cobrando. Adicionalmente, tienes un contexto global donde hay una potencial crisis económica, que va a poner al país en una situación muy complicada (…) Entonces van a entrar menos dólares, no solamente por la vía del petróleo, que experimenta una caída de los precios, sino también por una caída de la demanda de otros rubros no petroleros del país; exportaciones de ron, café, cacao, ganado de a pie, frijoles chinos, algunos tipos de pescados y mariscos”.
Para Castro, estas no son buenas noticias, porque el menor flujo de divisas llevará a mayores presiones al tipo de cambio.
Guerra opina que la actual estabilidad es insostenible en el mediano plazo -de tres a cuatro meses-, porque para hacerlo se necesitarían más reservas y estás continúan cayendo.
Además de los elementos estacionales que han marcado la estabilidad de la moneda, otro factor ha sido determinante para la desaceleración inflacionaria y es la cada vez más menguada capacidad de compra de los consumidores.
El economista y académico, Luis Crespo, subraya que el deterioro del poder adquisitivo del venezolano ha llevado a una la caída de la demanda interna, afectando el alza de precios.
Desde octubre de 2022, el comportamiento positivo que tenía la economía comenzó a frenarse. “Tenemos un salario mínimo que cumplió más de un año sin ser ajustado. Esto es algo que viola todo principio básico de los convenios internacionales sobre la periodicidad y la necesidad de establecer ajustes en forma anual y más, en una economía con una alta inflación. Estamos hablando de más de 5 millones de jubilados y pensionados que reciben 130 bolívares mensualmente y significan hoy 5,2 dólares”, señala Crespo.
Por su parte, Castro agrega que, frente a la ralentización de la actividad económica, las empresas y comercios han entrado en el dilema de si seguir aumentando los precios, y no vender, o mantener los precios y vender poco, haciendo quizá algunas ofertas o promociones -para poder aumentar su flujo de caja, rotar la mercancía-, y seguir operando.
“Al final, es lo que las empresas buscan: tener rentabilidad y mantenerse operativas, ya sea con un menor tamaño o el tamaño que les pueda funcionar. Esto es lo que está impactando, en cierta medida, a los precios en bolívares y en dólares. Y, que al final, se ha reflejado en la inflación del mes pasado que fue de un dígito”.
El fantasma de la hiperinflación que había vuelto a amenazar los bolsillos de los venezolanos a comienzos de 2023, parece haberse desvanecido. Pero, según los expertos, esto es algo transitorio. Los factores que presionan al alza dentro de una economía distorsionada como la venezolana siguen estando presentes, agazapados, con riesgo de reactivarse en el mediano plazo.
Rodolfo Baptista / Rafael Arias