En el último año incrementó la presencia rusa en Cuba: desde ese país llegaron unos 1.000 microbuses, 50 locomotoras, miles de turistas y se firmó una “hoja de ruta” para que esa nación contribuya a la modernización del sistema energético cubano con financiamiento millonario.
El comercio bilateral se incrementó de 200 millones de dólares en 2013 a 451 en 2018 y se espera que la cifra remonte los 500 millones este año. Paralelamente, altos funcionarios rusos y cubanos han intercambiado visitas, incluido el primer ministro Dmitry Medvedev.
El martes el presidente Miguel Díaz-Canel completará tres días de gira por Rusia y se reunirá con su par, Vladimir Putin, mientras Estados Unidos sigue endureciendo sus sanciones hacia la isla.
La visita de Díaz-Canel y Medvedev fueron precedidas por otra en septiembre del entonces vicepresidente Ricardo Cabrizas, quien encabezó una feria de negocios de Cuba en Rusia y del canciller ruso Serguéi Lavrov a la isla en julio.
Las autoridades de ambos territorios son discretas sobre los detalles de sus convenios, pero se sabe que Moscú exportó cientos de autos para el servicio de taxis capitalino, vehículos de trabajo para el campo, se constituyó una firma mixta para producir materiales de construcción y Medvedev dejó inaugurada una planta para recuperación secundaria de crudo. Además, se firmaron acuerdos para dar mantenimiento a tres centrales eléctricas.
El turismo desde Rusia, un sector fundamental de Cuba, también creció. En 2018 llegaron unos 137.000 visitantes rusos --30% más que en 2017-- y en los primeros siete meses de 2019 arribaron 93.700.
Vecinos sin intercambio
Por el contrario, el intercambio con Estados Unidos cayó de 401 millones de dólares en 2013 a 271 millones en 2018 y el presidente Donald Trump restringió los permisos para que sus nacionales visitaran la isla.
“Rusia busca preservar su zona de influencia en el territorio de la antigua Unión Soviética mientras incursiona en America Latina en busca de socios y alerta a Washington de la necesidad de reciprocidad a nivel de las grandes potencias”, explicó a la AP el economista cubano Arturo López-Levy, profesor de Holy Names University en California.
En dirección opuesta a las críticas de Trump contra Cuba, durante su visita a comienzos de octubre Medvedev la consideró como la “isla de la libertad”.
“Es evidente su deseo (de Estados Unidos) de crear una atmósfera tóxica alrededor de la cooperación con la isla, de asustar a inversionistas y de crear una manera de bloqueo energético”, expresó Medvedev.
Para algunos observadores, la retórica de Medvedev refleja el juego geopolítico de Rusia, que divide roles entre un Putin que mantiene, aunque tensos, los puentes con Estados Unidos y su primer ministro más combativo.
“En Cuba hay muchas personas que pueden pensar que Putin es un dirigente de izquierda, lo que estimulan los medios cubanos, mientras sabemos por la propia documentación programática de Rusia Unida --el partido en gobierno--, que es de naturaleza conservadora”, comentó el antropólogo cubano-ruso Dmitri Prieto Samsónov, nacido en lo que fue la Unión Soviética (URSS).
Viejos lazos
Tras el triunfo de la revolución cubana (1959) y la ruptura con Estados Unidos --que hasta ese momento había dominado la política, la cultura y tenía casi el monopolio del comercio con la isla-- La Habana comenzó a girar hacia Moscú y sus aliados comunistas.
Desde mediados de los 60 y hasta los 80, esta nación dependía en casi todo de Europa del Este. El petróleo, los equipos para el riego, las armas para la defensa, la pasta de dientes, juguetes, televisores, zapatos y hasta los dibujos animados venían de ahí. En cambio, Cuba enviaba azúcar.
Miles de prestigiosos profesionales de mediana edad en Cuba estudiaron o trabajaron en Europa del Este.
Las relaciones no siempre fueron parejas y la tensión se dejó ver en 1962, cuando Moscú retiró misiles de la isla por presión de Estados Unidos sin el acuerdo de Cuba. Sin embargo, nunca estuvieron tan mal como cuando desapareció la URSS y Moscú comenzó a considerar a Estados Unidos su aliado casi rompiendo con la isla.
A finales de los 90, Rusia demandaba a Cuba una deuda de 35.000 millones de dólares que la isla rechazaba alegando que había sido contraída con la URSS. En 2014 se condonó el 90%.
“Rusia comenzó a calcular un poco más desde sus intereses de gobierno y de negocios... y aquí surge esta nueva relación con Cuba, que viene a montarse sobre una vieja experiencia de relaciones fraternales”, indicó el antropólogo Prieto, de padre cubano y madre rusa.
En paralelo, en los últimos años, Venezuela se convirtió en el principal aliado y socio comercial cubano, sobre todo por las ventas con créditos blandos de la mitad del crudo que necesita para su economía. Mientras al calor de la confrontación con Estados Unidos, Caracas comenzó a acercarse a Rusia, pero ahora la crisis en el país sudamericano golpea también las finanzas en La Habana.
“Esa política tan agresiva de Donald Trump... ha provocado, creo yo, que los rusos como empresarios y Rusia como país ha tomado una decisión de definirse al lado de Cuba y de mandar una señal a los americanos: ‘quédate ahí, que Cuba es nuestro amigo’”, comentó el abogado canadiense y consultor de negocios en la isla, Gregory Biniowsky, fundador de un restaurante de comida rusa en La Habana llamado Nazdarovie.
AP / La Habana