El dólar estadounidense ha experimentado una inusitada revalorización en las últimas semanas, que ha provocado que varias monedas latinoamericanas se devalúen, con las inevitables consecuencias que eso conlleva para las arcas públicas y las economías domésticas de los países de la región.
Gran parte de los productos que componen la canasta familiar en América Latina son importados y pagados en dólares, así como recursos tan importantes como los hidrocarburos y materias primas.
«Después de una pandemia en la que se estimuló la economía viene un gran fenómeno que se llama inflación. Cuando los bancos centrales empiezan a subir las tasas de interés y empiezan a ver una posible recesión, hay que frenar el crecimiento», explica a EFE el analista financiero Andrés Moreno.
«Hubo un crecimiento desbordado en el mundo, todo se recuperó más rápido de lo esperado. Al haber mejores tasas de interés y una posible recesión, los capitales internacionales son más adversos al riesgo y prefieren ir a economías más sólidas. Eso se traduce en que se devalúan las monedas de países emergentes«, agrega.
Otro factor importante en la depreciación de las monedas frente al dólar son las constantes subidas del tipo de interés por parte de la Reserva Federal estadounidense (Fed), la última el pasado 16 de junio al 1,50%.
En Argentina, el fortalecimiento del dólar se suma a los desequilibrios macroeconómicos que arrastra el país y potencia la propia debilidad del peso, producto de una inflación del 64% interanual, la escasez de divisas internacionales, las expectativas de devaluación, el déficit fiscal y la incertidumbre política.
«Lo del dólar va a montarse sobre un problema que Argentina tenía antes», señaló a EFE el economista de la consultora Ledesma Gabriel Caamaño, quien advierte de que ya se debate que la inflación pueda llegar a los tres dígitos.
Argentina aplica un fuerte control de cambios para autorizar el ingreso y egreso de dólares al tipo de cambio oficial, por lo que proliferan tipos de cambio paralelos en el mercado bursátil y el mercado negro.
Las expectativas de devaluación y la debilidad que arrastra el peso argentino se reflejan en una brecha superior al 147% entre el tipo de cambio oficial y el «blue» o paralelo, que esta semana llegó a cotizarse a 338 pesos.
Las alarmas en Chile, por otra parte, saltaron el pasado 14 de julio, cuando el dólar alcanzó el máximo histórico de 1.051 pesos. Esta vertiginosa escalada precipitó ese mismo día una histórica intervención en el mercado cambiario por parte del Banco Central por un monto de 25.000 millones de dólares hasta septiembre.
La intervención está siendo «exitosa», pues ha conseguido en apenas cuatro jornadas el retroceso del dólar por debajo de los 1.000 pesos, según los expertos.
«Antes de la intervención cambiaria, el peso chileno estaba entre las monedas más devaluadas del mundo, pese a que Chile tiene fundamentos económicos relativamente estables y saludables. La apreciación del dólar había llegado a un 20%, pero gracias a la intervención se ha reducido a un 12%», explica a EFE Francisco Castañeda, de la Universidad Mayor.
El dólar en Colombia alcanzó el 12 de julio una cotización récord de 4.625 pesos impulsado por la volatilidad mundial ante el temor a que Estados Unidos entre en una recesión que se vuelva global.
El país será gobernado a partir del 7 de agosto de 2022 por el izquierdista Gustavo Petro, pero analistas del mercado consideran que la coyuntura política influye poco en el comportamiento de la tasa de cambio, toda vez que el peso colombiano acumula en lo que va de año una depreciación del 10,5% en la cotización oficial.
«Parte de lo que está pasando en Colombia y Chile es que son países altamente expuestos a materias primas: petróleo en el caso de Colombia y cobre, en el de Chile, y ambos han tenido reversión de precio. Eso hace que tengamos dos monedas con alta sensibilidad en este entorno», manifiesta el economista principal del BBVA Research, Alejandro Reyes.
Hasta ahora la política del Banco de la República de no intervenir en el valor del dólar se ha revelado acertada y, tras el récord de la semana pasada, el dólar ha entrado en una tendencia de ajuste, con cuatro jornadas a la baja, donde el jueves pasado cerró en 4.410 pesos.
En Perú, el tipo de cambio del dólar experimentó en los primeros días de julio un incremento de 3,8% en promedio, en la cotización interbancaria, hacia el final del periodo que comprendió del 1 al 12 de julio.
En esos días se tuvieron que dar 3,97 soles por dólar, a diferencia de los 3,82 soles en promedio de junio pasado, de acuerdo a cifras del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP).
Por el lado de Brasil, la moneda estadounidense ha sufrido un carrusel y, en sentido contrario al resto de la región, acumula un descenso de apenas el 2,43 % desde enero hasta el 20 de julio.
Sin embargo, desde mayo pasado, el dólar se ha fortalecido gradualmente en el mercado brasileño, después de haber perdido hasta un 15,35 %, aunque el impacto de la subida del billete verde no ha sido tan grande como en algunos de los países vecinos.
De acuerdo con Joelson Sampaio, profesor de la Fundación Getulio Vargas (FGV), el fortalecimiento del dólar debe continuar en Brasil y otros países emergentes ante «la expectativa» de un mayor aumento de la tasa de intereses y de la inflación en EE.UU.
En Ecuador, la apreciación del dólar ha generado preocupación debido al encarecimiento de las exportaciones. Y aunque la medida beneficia, por otro lado, a las importaciones, las ventas internas dependen de la capacidad adquisitiva en un país en recurrente crisis económica.
«Estamos muy preocupados porque estamos viviendo momentos que no se habían visto en las últimas dos décadas», con una apreciación del dólar «tan fuerte como la que está sucediendo», manifiesta a EFE el presidente de la Federación Ecuatoriana de Exportaciones (Fedexpor), Felipe Ribadeneira.
El fortalecimiento del dólar implica que las exportaciones ecuatorianas pierdan competitividad en los países de destino, cuyas monedas se están depreciando.
En tanto, la revaluación del dólar apenas sí afecta a Panamá, donde más bien se beneficia, ya que es un país de servicios y más importador que exportador.
A diferencia de Ecuador y El Salvador, Panamá tiene el dólar desde su fundación como Estado independiente tras su separación de Colombia, en 1903.
El alto valor del dólar no ha afectado las exportaciones de El Salvador, que de hecho se han mantenido a la alza a pesar de la inflación.
De acuerdo con el Banco Central de Reserva, el total de exportaciones entre enero y junio de 2022 sumaron 3.256 millones de dólares, con un 16,8% de crecimiento.
Además, las importaciones alcanzaron los 8.934,4 millones de dólares, registrando un 27,2% de incremento. Y aunque el bitcóin es una moneda de curso legal desde 2021, la economía no está «bitcoinizada».
Ricardo Castaneda, coordinador del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi) para El Salvador y Honduras, dice a EFE que la incidencia o el efecto sobre la economía en general es mínimo, debido a la dolarización vigente desde 2001.
Sin embargo, esto podría afectar a grupos como los exportadores que no envían sus productos a EE.UU. sino a otros países, ya que sus productos serán menos competitivos.
EE.UU. / Con información Efe