La dinámica hiperinflacionaria, que según los cálculos de Econométrica se inició en octubre de 2017, cuando la tasa superó, por primera vez, la barrera de 50%, ha provocado que los venezolanos pierdan en los últimos años su capacidad de compra de manera acelerada.
El informe semanal de Econométrica refiere que aunque el Gobierno ha decretado tres alzas del salario mínimo integral (sueldo más bono de alimentación, que en lo que va de año pasó de Bs 797 mil 510 a Bs 2 millones 555 mil 500; “intentando darle algún respiro al poder de compra del mismo”, la realidad es que descontada la inflación que hasta abril suma un repunte anual de 13.212%, la remuneración básica integral ha caído 94% interanual hasta el cuarto mes del año.
La consultora dirigida por Henkel García explica que la severa caída supone que el salario integral de los trabajadores del país “en abril solo compró 6% de lo que compraba hace un año”.
Para seguir ilustrando el dramático impacto de la inflación en los ingresos integrales, Econométrica indica que otra manera de analizarlo es deflactando el costo de la Canasta Alimentaria Normativa.
Detalla que “al realizar este cálculo (restar el efecto del alza de los precios), también se observa una caída en términos reales del salario mínimo integral”, ya que “en abril se necesitaban 14,6 salarios mínimos integrales para adquirir la cesta de alimentos, cuando a principios de año se requerían alrededor de ocho sueldos base.
Aclara la firma que “si bien la Canasta Alimentaria Normativa no es representativa del consumo de un hogar promedio (cinco miembros), debido a que está compuesta por cincuenta alimentos que son, en su mayoría, productos agrícolas, estas cifras arrojan que el trabajador que percibe salario mínimo ni siquiera puede comprar esta canasta”.
Econométrica advierte que todas las estimaciones arrojan que el poder de compra por la remuneración integral “ha caído a niveles mínimos históricos”, y “la razón principal es que la aceleración inflacionaria ha diluido todo aumento de salario nominal”.
Caracas / Andreína Vargas