Las autoridades francesas detectaron el primer caso en su territorio de una nueva variante de la enfermedad de la lengua azul, que afecta al ganado ovino, en una explotación de una localidad fronteriza con Bélgica, donde ya se tenía constancia de su presencia.
Este primer foco francés fue confirmado por la Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria de la Alimentación (Anses) el pasado lunes en Marpent, indicó este lunes la Prefectura (delegación del Gobierno) del departamento francés del Norte.
En Francia ya se tenía constancia desde noviembre de 2017 de dos serotipus del virus de la lengua azul, el BTV8 y el BTV4 y se temía la llegada del conocido como serotipo 3 (BTV3) que se sabe que circulaba por el norte de Europa desde finales de 2023.
En Bélgica se tuvo constancia de su presencia desde septiembre de 2023 y a finales de julio pasado había algunos casos muy cerca de la frontera francesa.
Ante el riesgo que eso representaba, el Ministerio francés de Agricultura había activado desde el viernes de la semana pasada una zona regulada que se extendía por una decena de departamentos en la que se restringieron los movimientos con el resto del país de animales sensibles a la enfermedad (bovinos, caprinos y ovinos).
Antes de transportarlos, todos ellos debían ser objeto de un tratamiento de desinsectización (los vectores del virus son los mosquitos) con dos semanas de antelación y obtener un test negativo.
Además, se había puesto en marcha con carácter urgente una campaña de vacunación voluntaria con dos vacunas (BULTAVO 3 del laboratorio Boehringer y BLUEVAC 3 de CZV) que habían obtenido la autorización de la Anses el pasado 25 de julio.
Esas vacunas de las que se han encargado 4,6 millones y que el Estado ofrece gratuitamente, empezaron a distribuirse a los veterinarios el lunes pasado con vistas a que los ganaderos las puedan encargar a partir del día 14.
La lengua azul es una enfermedad viral que afecta a los pequeños rumiantes y al ganado vacuno, no al hombre, que se transmite de animal a animal a través de insectos que les pican, y a los que el viento puede trasladar a decenas de kilómetros de distancia.
París / EFE