Gozar de agua potable por tubería es uno de los principales anhelos que tienen los habitantes del sector pesquero Caño Salado de Barcelona, quienes a pesar de tener las conexiones en sus viviendas, desde hace ocho años, supuestamente, dependen sólo de los camiones cisternas.
"En principio teníamos una tubería matriz que nos surtía con dificultades desde Lagomar. Después se nos aprobó un proyecto para mejorar, que lo pasaron por la orilla de la avenida y nos hicieron el cambio de conexión, pero nunca salió agua", expresó Armando Gibory, líder de la comunidad.
Gibory comentó que en el año que tiene de gestión, ha sostenido múltiples reuniones con las autoridades, pero de los ofrecimientos, supuestamente, nada se ha concretado.
Afirmó que el último encuentro fue hace un mes y les dijeron que comenzarían una mesa de trabajo en 10 días, pero se quedó esperando.
"Esta semana tengo pensado hacer una asamblea comunitaria para ver qué acciones podemos tomar de manera pacífica, porque son ocho años sin agua y a veces los vecinos no tienen como comprarla, hay mucha vulnerabilidad. El 70% son pescadores que si les va mal en la pesca, no tienen dinero para la comida y el agua".
Entre los proyectos para brindar soluciones, Gibory señaló que está la construcción de un tanque madre por la cadena de farmacia que está a escasos metros, el cual beneficiaría a cuatro sectores. Sin embargo, no lo considera viable porque, a su parecer, el proyecto es a largo plazo y requiere después de trabajos de mantenimiento.
"También propusieron colocar unas válvulas a la altura de Puente Real, que es donde pasa la tubería matriz, y hacer el cambio para tener agua por lo menos tres días a la semana. Yo veo este más factible, pero todavía no se ha concentrado algo", aclaró.
Se conoció que por ahora los 840 habitantes, aproximadamente, deben esperar como mínimo 15 días para verse beneficiados con las cisternas gratuitas que recargan un tambor por familia.
Cuando no optan por esta alternativa, se ven obligados a pagar $1,5 a los camiones privados para abastecerse.
Barcelona / Elisa Gómez