Mientras los chances de Argentina para hospedar la Copa del Mundo 2030 se tornan cada vez más complejos, el país oficiará por tercera vez este año otro Mundial que se juega en equipos y no apela a la referencia de Lionel Messi sino de Julio Cortázar: el de Escritura.
Autoproclamado “Mundial” más como ironía que como aspiración, el certamen debutó de forma abierta y gratuita en Twitter el pasado abril, al tiempo que Argentina y la mayoría de los países de Latinoamérica atravesaban confinamientos por la pandemia de coronavirus.
Sus organizadores se sorprendieron cuando más de 2.600 personas se apuntaron para escribir en equipo en esta suerte de maratón, que fue para muchos una forma de robarle tiempo al encierro y, a la vez, desafiar su soledad.
“La experiencia literaria tiene que ver con un cierto retiro del mundo”, explicó el escritor argentino y organizador del Mundial de Escritura Santiago Llach. “Mucha gente que nunca hubiera escrito o lo tenía pendiente se acercó por la misma necesidad humana de contar y porque la cuarentena permitió a muchos tener tiempo libre para hacerlo”.
El certamen, próximo a iniciar su tercera edición, propone presentar una “pesca del día”, pero de palabras. Cada participante, a la vez miembro de un grupo, debe escribir un texto a diario durante dos semanas y sostener el ritmo con la premisa de no perjudicar a sus compañeros: si no se sube el relato, el equipo pierde puntos.
En segunda instancia, cada grupo elige un texto y luego un jurado internacional selecciona a los ganadores, que son premiados con libros y suscripciones a talleres literarios.
“Es un método muy eficaz porque te obliga a vencer la página en blanco”, aseguró Llach, quien se basó en su experiencia como futbolista amateur para diseñar el sistema.
Similitudes
“Tiene la misma impronta que un torneo de fútbol con amigos: es algo colectivo y hay llamadas previas para garantizar que vayan todos al partido; si alguno falla, no se lo mira tan bien la próxima”, comentó el escritor, que ya había probado el método con sus alumnos antes de abrirlo al público general. “Después vemos si sos bueno o no, pero cada jugador tiene que estar”.
La segunda edición, realizada en julio, duplicó sus inscritos, con más de 5.400 desde 49 países. La participación extranjera subió del 10 al 30%.
En esa ocasión, escritores como el británico Nick Hornby y la mexicana Guadalupe Nettel dieron, a través de videos, directrices de escritura que fueron desde una escena en un baño público hasta la historia de una abuela villana.
Así surgió “Abuelita”, el cuento escrito por el ecuatoriano Rommel Manosalvas y elegido ganador por los miembros del jurado, los escritores Javier Cercas, Mariana Enríquez y Jonathan Lethem.
“Me sorprendió porque no entré con miras a ganar, sino para ser más disciplinado y constante”, señaló desde Quito Manosalvas, de 27 años, arquitecto de profesión y “booktuber” por placer.
“Gracias al mundial tuve propuestas editoriales de todo tipo y este mes comienzo a estudiar una maestría en literatura”, comentó el ganador, quien se encuentra desempleado hace dos años.
Para la tercera edición, que abre su convocatoria esta semana y se desarrollará entre el 26 de octubre y el 7 de noviembre, la escritora mexicana Fernanda Melchor será una de las encargadas de sugerir disparadores.
“Quería colaborar de alguna manera en esta iniciativa que me parece una locura maravillosa”, expresó la autora de “Temporada de huracanes”. “Es una genialidad: tantas personas escribiendo juntas, venciendo todos los obstáculos que la vida nos pone en frente a todas horas para no escribir y acompañándose en un acto que tradicionalmente pensamos como algo solitario”.
Importancia
A fin de trascender los tiempos de pandemia y que el término “Mundial” le quepa mejor, la convocatoria se ampliará a los no hispanohablantes.
Los jurados serán la española Milena Busquets, el británico Irvine Welsh y la argentina Beatriz Sarlo, y se sumará una categoría infantil y una de poesía.
Si bien habrá 10 personas trabajando a tiempo completo, los organizadores apuestan a que continúe siendo gratuito. “Cobrar puede ser restrictivo”, dijo Llach. “A quien le guste la experiencia, puede donar uno o dos dólares y con eso, ya está”.
Buenos Aires / Yésica Brumec / AP