En las calles encantadoras de Wilmington, Vermont, rodeada de paisajes otoñales y el encanto invernal, Analía Franco, una emprendedora de 29 años, está revolucionando la escena gastronómica local. Estudiante de quinto año de Marketing en la Universidad Columbia del Paraguay, esta talentosa cocinera fusiona su herencia cultural con habilidades profesionales para ofrecer platos que no solo deleitan el paladar, sino que también tejen lazos entre mundos distantes.
Inspirada en las recetas transmitidas por su abuela y su tata Marta, Analía transforma Maple Leaf Tavern en un puente vivo entre tradiciones y Nueva Inglaterra.
Raíces que inspiran cada bocado
Desde su infancia, Analía se sumergió en el mundo mágico de la cocina familiar. “Mi abuela siempre me repetía: ‘Mira con atención, porque esto te servirá para siempre’”, evoca con calidez. Las fiestas navideñas eran sinfonías de aromas y risas, donde la selección meticulosa de ingredientes y el compartir en familia forjaron su amor por la gastronomía. Su tata Marta, quien la crió con dedicación, le legó el secreto de platos reconfortantes como sopas de verduras que nutren cuerpo y espíritu. “Cocinar es mi forma de mantener viva su esencia; cada receta es un tributo a ellas”, confiesa.
En su rol como cocinera de línea en Maple Leaf Tavern, bajo la guía del chef Erick Mackay, Analía infunde autenticidad en la oferta del restaurante. “Cada plato es un lazo que une culturas”, detalla. Ante la escasez de ingredientes exóticos en la región, ha perfeccionado adaptaciones creativas que respetan la tradición mientras seducen al gusto local. “Es un reto que me permite celebrar la diversidad de mi herencia”, añade con orgullo.
Del aula al fogón: Una sinergia de pasiones
La vida de Analía es un equilibrio armónico entre estudios y creatividad. En paralelo a su carrera en Marketing, revive su espíritu emprendedor de Asunción, donde a temprana edad lanzó Alelia, un venture de regalos a medida. “Comencé sin saber mucho, aprendiendo de los tropiezos”, relata. Hoy, en Vermont, aplica esa astucia para potenciar la visibilidad de Maple Leaf Tavern en redes sociales, elaborando narrativas visuales que capturan el alma de sus creaciones.
“El marketing revela que la primera impresión se da por la vista”, explica. Con fotos impactantes y relatos que desentrañan el origen cultural de cada receta, Analía convierte comidas en vivencias memorables. Su enfoque ha forjado una leal comunidad de aficionados que valoran no solo el sabor, sino el sentimiento detrás. “Ver a un cliente volver por más es la mejor recompensa”, afirma.
Triunfos que iluminan su trayectoria
Su destello reciente llegó en el Vermont Wine & Harvest Festival, donde, en tándem con el chef Mackay, se alzó con el segundo puesto en su debut. “Fue un torbellino de emociones, pero inolvidable”, rememora. Más allá de la técnica, el evento demandó transmitir identidad: desde la puesta en escena hasta el diálogo con el público. Destacó una sopa de corte irlandés inspirada en la Guinness, que amalgamaba sabores hondureños de Erick, hierbas montanas y métodos alaskeños, resultando en una delicia que hipnotizó a los jueces.
Colaborar con Mackay ha sido transformador. “Me ha mostrado que nada es casual: desde elegir el ingrediente perfecto hasta el emplatado final”, dice. En el ritmo frenético de la cocina, Analía ha cultivado resiliencia, trabajo en equipo y la integración de toques únicos que enriquecen cada propuesta. “La gastronomía trasciende barreras; un buen plato despierta emociones universales”, reflexiona.
Horizontes abiertos a la innovación
Sus vivencias globales, como un intercambio en Canadá y programas Work and Travel en EE.UU., han ampliado su perspectiva. “La comida es el hilo que teje conexiones entre naciones”, concluye. Analía aspira a dirigir iniciativas que entrelacen marketing y cocina como embajadora cultural. “Sueño con restaurantes que sean portales a historias ajenas”, declara con fervor.
Apoyada por sus padres, quienes la motivaron incondicionalmente, lleva grabada su mantra familiar: “Lo que hagas, hazlo con el corazón”. Esta convicción la impulsa en su ascenso por el mundo culinario.
Un legado que sabe a hogar
Analía Franco va más allá de cocinar: entreteje narrativas en cada porción, celebrando su linaje mientras forja alianzas culturales en Vermont. Con la exactitud del marketing y el fuego de la tradición, esta visionaria está destinada a perfumar el panorama gastronómico internacional.
Puerto La Cruz / Redacción web