Hace una semana, Caribes de Anzoátegui parecía caer en barrena. Había encajado dos palizas consecutivas, en las que sus rivales se combinaron para anotarle 29 carreras, sumaba cinco derrotas seguidas y estaba a cuatro juegos de la clasificación. Todo apuntaba a que el actual campeón bajaría la cabeza.
Las cosas no parecían mejorar, después de encontrarse perdiendo 12-0 apenas en la segunda entrada contra Tigres, en un desafío en el que era perentoria una reacción. Entonces, el club oriental apeló a su capacidad de levantarse ante la adversidad, una virtud que forma parte de su ADN, sin detenerse a sopesar las estadísticas o analizar las probabilidades.
Según Alexander Mendoza, jefe de prensa de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP), la ofensiva produjo 13 anotaciones para darle vuelta al score y abrió el grifo a cinco triunfos al hilo, que se combinaron con una cadena de cinco descalabros de Aragua, que le devolvieron a la clasificación y por primera vez colocaron su récord en .500 (21-21) desde el 5 noviembre (5-5).
Ahora, pase lo que pase en lo que reste de calendario, será bajo las condiciones de Anzoátegui, no mirando por el retrovisor o cruzando los dedos para que ocurra un resultado en otro estadio.
“Nunca sentí temor a quedar fuera en ese partido”, destacó el mánager Mike Álvarez a El Infield Podcast de Mundo UR. “El juego es de nueve innings y en ocasiones hasta más. Son 27 outs. El ánimo de los peloteros siempre estuvo alto. Cualquiera podría decir ‘esto se terminó’, pero alguien siempre responde en el pitcheo, para darle oportunidad al equipo. Ver un 12-0 en el segundo inning es bien difícil. Pero no puedes formar parte del beisbol profesional si piensas de manera negativa”.
La anterior gran remontada en el historial de Caribes se produjo en la jornada inaugural del torneo 2013-2014. Los indígenas caían 11-1 ante Tiburones de La Guaira para al final imponerse 12-11, el 12 de octubre de 2013. En aquel entonces, Álvarez era el coach de pitcheo de los orientales. Esa campaña, Anzoátegui accedió a la Serie Final.
Pero el piloto cubano prefiere no establecer paralelismos. Lo peor parece haber pasado y no queda otra estrategia que seguir planificando, trazando posibles rutas a seguir y luego ajustarlas a la realidad del día a día. Después habrá tiempo para el sosiego.
“Tranquilidad nunca. En este béisbol que conocemos, cualquier cosa puede pasar en una semana, en un día o dos. Siempre ha sido así y la diferencia de una racha positiva lo cambia todo. Eso es evidente con nosotros”, comentó Álvarez.
Después del despiadado ataque de Aragua, que llevó al plato a una docena de corredores en apenas dos tramos, los lanzadores de la Tribu dieron un giro de 180°. En las siguientes 43 entradas aislaron nueve rayitas, siete limpias. Una actuación que se traduce en una minúscula efectividad de 1.47.
El cambio no fue una casualidad, un azaroso accidente. Se trata de un trabajo progresivo, desde que Dernier Orozco, reputado instructor de pitcheo del sistema de los Cardenales de San Luis, se unió al equipo en sustitución del despedido Felipe Lira.
“Ha sido una labor conjunta con Orozco, para encontrar dónde pueden dar lo mejor de ellos (los lanzadores). En ocasiones tomas una decisión y no sale, solo que ahora, estamos viendo más confianza en ellos mismos, es notable. Los abridores están yendo más lejos, lo que nos la oportunidad de ganar, en especial con un equipo que batea bastante”, apuntó Álvarez.
El cambio es notorio porque Caribes es segundo en promedio (.303), OPS (.848) y anotadas por juego (6,40), entre los ocho equipos. Apenas Navegantes del Magallanes (.306, .872 y 6,58) lo superaba y durante su seguidilla de triunfos ha pisado el home 7,8 veces, casi una carrera y media más que su media en la contienda.
Caracas / Redacción Web