Muchos de quienes me leen comparan la situación de nuestro país con la cubana.
Aducen en sus razonamientos que nosotros llevamos ya veinte de los sesenta años que allá han transcurrido de férrea dominación familiar.
Quienes así concluyen cometen un error de juicio fundamental.
Aun cuando la frase ya sea conocida por nosotros, no somos esa isla ni sus nacionales. Y eso tiene sus implicaciones.
A diferencia de ella, Venezuela tiene vocación democrática.
La ha manifestado de manera férrea con muchos errores –pero también con aciertos— durante este período que centra nuestra atención y eso tiene una explicación.
A diferencia de los cubanos, nosotros sí sabemos lo que es democracia.
Votar, participar, elegir. De eso conocemos y es lo que nos ha salvado en la actual situación, a pesar de los intentos desde el poder de minimizar esas características.
No ha sido poca cosa para los venezolanos que desde el parlamento en este período revolucionario se insistiere en que lo necesario para el país era que solo existiera un medio de comunicación como el periódico insular.
Ni tampoco que desde el Consejo Nacional Electoral se limitaron el voto y los referendos como mecanismos de opinión.
Mas a pesar de esas prácticas, el venezolano sigue buscando diariamente acceder a información plural y –tal como lo señalan todas las encuestas— privilegia el voto como mecanismo de cambio político antes que las vías violentas.
Desde Bogotá / Gonzalo Oliveros Navarro