Luisana Leoni, hija de Raúl Leoni, presidente de la República entre 1964 y1969, lamenta que el país cayera en manos de un “hamponato” que acabó con todo lo bueno que se había alcanzado en 40 años de democracia. Recuerda haber escuchado decir a su padre “que si un loco llegaba a la presidencia podía acabar con el país”. Evoca el Acuerdo de Ginebra, “único documento que nos permite hacer la reclamación” del Esequibo, firmado en aquel periodo
– ¿Qué edad tenía cuando su papá fue Presidente?
– Yo tenía 12 años y mi hermano menor, Álvaro, 5. Todos éramos unos niños.
– ¿Su mayor herencia?
– Los valores que nos inculcó. La honestidad, la solidaridad, el trabajo, la lealtad, el nacionalismo, la humildad.
– De vivir hoy, ¿qué diría Raúl Leoni?
– Sufriría muchísimo al ver que todos los logros alcanzados en los 40 años de democracia han sido destruidos a propósito. Detener el desarrollo y progreso de un país durante 23 años, arruinar la economía y saquear las riquezas del país tiene que tener un castigo.
– ¿Qué le molestaba en especial a su papá?
–La ineficiencia; por eso seleccionaba muy bien al personal que trabajaba en su equipo, logrando constituir un gabinete y escoger unos gobernadores sobresalientes que lograron una extraordinaria gestión de gobierno.
–¿Que le agradaba?
–Mi papá era muy familiar y le encantaba celebrar su cumpleaños; disfrutaba mucho abriendo sus regalos y se estrenaba todo muy pronto. Decía que había que apurarse porque no se sabía que nos tenía dispuesto la vida.
–¿Un grato recuerdo?
– Muchos de nuestra vida familiar. Recordar el amor que mi papá y mi mamá sentían el uno por el otro es algo bello y conmovedor. No es fácil encontrar parejas como ellos.
– ¿Qué le preocupaba especialmente del país?
– Muchas cosas, como el enorme poder que tenía el Presidente. Recuerdo haberle escuchado decir que si un loco llegaba a la presidencia podía acabar con el país, y bueno... lo vivimos. La pobreza y la ignorancia fueron temas muy importantes para él, por lo que Acción Democrática (AD) en su programa dedicaba importantes párrafos a estos temas y como gobierno, los enfrentó.
–¿Alguna vez lo vio llorar?
–Sí, cuando murió su mamá, mi abuela Quita Otero de Leoni; cuando aceptó que la enfermedad de mi mami no tenía cura y se iba a ir pronto; y cuando el maestro Luis Beltrán Prieto se separó de Acción Democrática.
–¿Le oyó hablar de las guerrillas de aquel entonces?
– Ese fue un tema muy duro y difícil para él. Recordemos que mi papá fue un rebelde; era un joven de 16 años cuando fue a parar a la cárcel por primera vez, en el gobierno del general Juan Vicente Gómez, debido a su apoyo a los trabajadores del tranvía que solicitaban aumento de salarios. Luego vino el año 1928 y él era el Presidente de la Federación de Estudiantes. A raíz de esa fecha comenzaron los exilios y la formación intelectual, las lecturas de los clásicos y los filósofos, pensadores y comenzaron las discusiones con “los hermanitos”: un enorme grupo de jóvenes quienes tenían las mismas inquietudes.
Así que cuando comenzaron los jóvenes, adecos en su mayoría, a cegarse con Fidel Castro y la revolución cubana, los viejos trataron de frenarlos y hacerlos entrar en razón, pero fue inútil. Aliados con los cubanos y armados con fusiles rusos, hicieron mucho daño a la joven democracia. Efectuaron atentados, asesinatos a campesinos y propaganda subversiva tratando de desestabilizar al gobierno del presidente Betancourt primero y luego el de mi padre. La firmeza de ambos presidentes sumado al apoyo incondicional y la valentía de las Fuerzas Armadas de la época, derrotaron al movimiento subversivo y permitieron que Venezuela pudiera conocer la libertad, la democracia, el progreso y el desarrollo social, económico y de infraestructura.
– ¿Cómo era la relación con Rómulo Betancourt?
– Rómulo Betancourt fue su amigo y hermano. Desde muy jóvenes, desde la época universitaria comenzaron sus luchas, sus cárceles y exilios. Vivieron una intensa batalla ideológica para plasmar el país que soñaban; y el primer testimonio fue el Plan de Barranquilla, que fue madurando y transformándose hasta llegar a Acción Democrática: ese partido policlasista, anti imperialista, nacionalista, de justicia social, de desarrollo de la infraestructura, que formo e impulso el país que conocimos hasta 1999.
– Algunos referían que su papá fue un buen Presidente; otros lo calificaban como un Presidente bueno?
– Fue ambas cosas; fue un Presidente bueno por su espíritu conciliador, por su condición humana, por sus valores, por su lealtad. Y fue un buen Presidente por su maravillosa gestión de gobierno.
– ¿Alguna vez lo sintió más preocupado de la cuenta?
– Cuando ocurrió el terremoto de Caracas, en 1967, el gobierno no tenía muchos recursos para apoyar a tanta gente damnificada.
– Y como papá, ¿cómo era?
– Papá fue un hombre amoroso y preocupado por sus 5 retoños. Siempre hacía tiempo para compartir en familia, a pesar de sus múltiples ocupaciones.
– ¿Su mayor virtud?
– Fue un educador, formó a la mayoría de nuestros líderes sindicales y les contagió su amor por Venezuela.
– ¿Un defecto?
– Mi papá fue muy tímido y callado; ninguna de esas dos cosas ayudan a un político. Y aún así vemos donde llegó.
– ¿Su mayor recuerdo cuando vivían en La Casona?
– La Casona, esa hermosa casa fue adquirida y remodelada en el gobierno de papá para que los presidentes y sus familias pudiesen vivir con comodidad y seguridad. Ya no es más eso. Ahora el Presidente y sus allegados viven encerrados en Fuerte Tiuna sin contacto ni con la gente ni con el país. Para nosotros fue nuestro hogar por 2 años y medio y guardo hermosos recuerdos de nuestra estadía allí.
Recuerdo especialmente cuando en navidad para celebrar el Festival del Niño venían cerca de 300 muchachos a pasar el día, a almorzar y merendar. Jugaban y corrían por los jardines, mi papá, mi mamá, los ministros y todos nosotros los atendíamos y acompañábamos. Son recuerdos imborrables.
– ¿Lo más notable en la gestión de gobierno durante ese periodo 1964-1969?
– A mi me sorprende mucho que existiendo en el país una pequeña guerra civil, porque eso fue lo que logró la guerrilla, la gente lo recuerda como un gobierno de paz; y eso se debe a mi papá y su serena manera de ser, sin gritos ni estridencias, pero con mucha firmeza y decisión.
De perfil
Luisana Leoni de Moreno nacíó en 1951 durante el exilio de su padre en San José de Costa Rica. Llegó a Venezuela en 1958, luego de la caída de Marcos Pérez Jiménez. Estudió Terapia de Lenguaje en el Instituto Venezolano de Audición y Lenguaje. Cursó filosofía en San José, California, Estados Unidos. Durante 14 años se dedicó a la actividad ganadera, agrícola y piscícola en el El Manteco, pueblo natal de su padre en el estado Bolívar. Luego fue Cónsul General de Venezuela en San Francisco, EE.UU. Se desempeñó como jefe de la División de Protocolo y de Política del Ministerio de Relaciones Exteriores. Hizo un Diplomado de Política Internacional en la Universidad Metropolitana.
– ¿Cuál de las obras construidas durante la gestión de su papá y hoy venida a menos le hubiese causado hoy mayor pena?
– Mi papa inauguró la parte inicial de la Represa del Guri y la planta de producción de aluminio Alcasa, solo por nombrar dos cosas importantes hoy casi destruidas. Pero hay algo que creo que le hubiera hecho sufrir mucho y fue el cierre del Banco de los Trabajadores: uno de sus grandes sueños que luego se volvió realidad.
– ¿Algún fracaso como gobernante?
– El gobierno, sin mayoría parlamentaria, trató de pasar una reforma tributaria para que los que más tenían pagarán más para lograr mayores ingresos al Estado y disminuir así la dependencia del petróleo. La campaña en contra fue tan fuerte que no pudo ser aprobada.
– ¿Su mayor cualidad como presidente?
– Papá sabía escuchar. Se rodeó de gente preparada y muy calificada y eso le permitió tomar las mejores decisiones. Le hubiera gustado hacer más de lo que se hizo, pero él mismo hacía el balance y decía: “hice mucho más de lo que ofrecí en mi campaña electoral”. Hay que decir que el petróleo estaba a $1 el barril y una inflación de 1.4 % anual, acumulando solo 7 % en el quinquenio.
– ¿El mejor de sus consejos paternales?
– Tienes que ser tolerante.
– ¿Alguna vez presenció el cariño que la población le profesaba?
– Muchísimas veces. Durante la presidencia y después, las personas lo respetaban mucho, le manifestaban su cariño y su respaldo.
– ¿Bajo cuáles términos se refería a la izquierda de aquel momento?
– Muy fuerte contra Fidel Castro y los rusos, más benévolo con los guerrilleros venezolanos, a los que trató de pacificar. Se comenzó a conmutar penas, si había compromiso de rectificación; unos quisieron irse al exilio, hasta algunos salieron becados. De eso no habla la izquierda hoy. Luego comenzaron a rectificar, como fueron los casos de Teodoro Petkoff o Pompeyo Márquez, entre otros, y al final la mayoría estaba muy arrepentida y consideraba que fue un error el haber tomado las armas.
– ¿Pensó su papá alguna vez que esa izquierda sería gobierno algún día?
– No lo creo. La labor de Acción Democrática en esos años fue extraordinaria y el pueblo sentía el cambio y el progreso. Es imposible que en 1969 alguien hubiera pensado que una cosa así podría ocurrir. Mi papá falleció en 1972.
– ¿Qué opinaba del “pueblo”?
– El pueblo era la esencia de su lucha. Había que educarlo, para que surgiera como ciudadano. Para eso necesitaba tener vivienda digna, condiciones sanitarias seguras, agua, cloacas, hospitales y centros de salud, escuelas e institutos tecnológicos, carreteras y autopistas que permitieran la circulación y traslado de las cosechas. Una economía estable que permitiera la creación de puestos de trabajo bien remunerados. Todo eso lo logró,
– ¿Y de Copei?
– Copei fue un gran partido que permitió la alternabilidad, requisito necesario en el sistema democrático. Junto a Acción Democrática construyó la Venezuela que perdimos en 1999 y que hoy añoramos.
– ¿Cómo era el trato con los dirigentes de aquella oposición?
– Siempre fue un trato de respeto y en muchas ocasiones de amistad. En las elecciones de 1958 mi papá fue elegido Senador por el estado Bolívar y fue a su vez electo presidente de la Cámara del Senado y por lo tanto presidente del Congreso. El doctor Rafael Caldera fue elegido diputado y electo presidente de la Cámara de Diputados y por lo tanto vicepresidente del Congreso.
Debe destacarse que la Constitución de 1961, la de más larga duración en nuestra historia, fue discutida y redactada por ese Congreso y aprobada casi por unanimidad por todos los partidos políticos.
– ¿Recuerda el día que le entregó la banda presidencial a Rafael Caldera, quien ganó por algo más de 29.000 votos? El historiador Manuel Caballero refiere que dijo: ‘yo le entregaré el poder a quien gane las elecciones así sea por un voto’.
– Ese fue un día realmente histórico para el país. Por primera vez en nuestra historia republicana un presidente elegido democráticamente entregaba la presidencia a otro presidente elegido democráticamente pero de un partido de oposición.
Acción Democrática fue debilitada en esas elecciones de 1968, Acababa de vivir la mayor de las 3 divisiones que tuvo en esos años. El maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, fundador del partido, luego de un proceso interno para definir el candidato presidencial entre él y el doctor Gonzalo Barrios, se fue de AD, y con él se fue el 40% de la militancia. A pesar de ese descalabro los resultados fueron muy estrechos: Rafael Caldera, de Copei, obtuvo 1 millón 083 mil 712, que representó 29.13 % de los votos; Gonzalo Barrios, de AD, 1.050.806, que representó el 28.24%; Miguel Ángel Burelli Rivas logró 826 mil 758 votos, el 22.22% y Luis Beltrán Prieto alcanzó 719 mil 461, para el 19.34%.
En esa época no existía internet, ni email, ni ninguna de esas modernidades. Había que esperar que llegaran los resultados de los pueblos más alejados y la tensión nacional iba creciendo, al igual que los comentarios. Raúl Leoni se paró firme ante el país y pidió calma y esperar los resultados del Consejo Supremo Electoral. Él garantizaba que aquel candidato que ganara por un voto sería el próximo presidente. Y así fue.
– ¿Cómo cree que es recordado Raúl Leoni?
– Los mayores lo recuerdan con gran respeto y admiración por su ejemplo como ciudadano, por su ejemplar condición de esposo y padre de familia, como estadista, como nacionalista, por su honestidad, por haber defendido la nación de la invasión cubana y enfrentar a la guerrilla, por la gran obra de infraestructura realizada. Muchos lo consideran el mejor presidente que hemos tenido.
La juventud no sabe quién es, pues la enseñanza de la historia de Venezuela en el país es hoy en día deficiente y parcializada. Eso se puede palpar actualmente con el problema del diferendo con Guyana. El Acuerdo de Ginebra, único documento que nos permite hacer la reclamación del Esequibo, fue iniciado por el presidente Betancourt y firmado por el presidente Raúl Leoni en 1966. Eso ni siquiera se recuerda como hecho histórico.
– Y usted, ¿qué opina sobre la situación de Venezuela?
– Comparto con el 80 % del país que la situación es desastrosa. El país cayó en manos de un hamponato que acabó con todo lo bueno que habíamos alcanzado. Destruyó nuestra economía, saqueó las riquezas del país, sometió a los trabajadores a la esclavitud eliminando los salarios y todos los beneficios laborales alcanzados a través de años de lucha. Separó a las familias, impulsando a una cuarta parte del país a emigrar buscando mejores medios de vida. Desdibujó el sistema democrático, sometiendo a todos los poderes y permitiendo algunas elecciones totalmente controladas.
En este momento, el país se ha llenado de ilusión al haber elegido con un enorme caudal de votos a María Corina Machado como candidata de la oposición. Esperamos que con la presión nacional e internacional podamos llegar a elecciones libres con la candidata electa por el pueblo.
Caracas / Jolguer Rodríguez Costa