El color y la pintura son las herramientas usadas por Jimena Zorrilla para aportar a la sociedad. Su camino por las artes plásticas le ha permitido tener en sus manos una forma de llevar “el lado positivo” a las calles.
Zorrilla es una joven muralista nativa del estado Monagas, en donde permanecen plasmadas varias de sus obras. Lugares comerciales y espacios públicos han sido lienzos para la creativa.
“Antes de comenzar la pandemia solicitaron un trabajo de muralismo en un local comercial que estaba por abrir. Ya la situación económica estaba apretada. Y desde ese momento en que me atreví a subirme a una escalera de 5 metros entendí que era parte de lo que quería seguir haciendo”, contó sobre sus inicios.
A pesar de que fue en años recientes cuando su pluma se asentó en paredes y espacios de gran tamaño, desde hace mucho tiempo, esta artista había trabajado en pequeños formatos.
“Me considero una artista integral ya que poseo las cualidades de desenvolverme en las plásticas desde muchas técnicas. Pero mi área siempre suele ser muy colorida buscando llevar el lado positivo a las calles”, destacó.
El propósito de las composiciones de Zorrilla es lograr satisfacción visual y utilizar la pintura para matizar los días “grises” de quienes tienen acceso a sus obras.
“Me inspiro en las carencias de color que existen en las vidas del ciudadano y, por ende, quiero aportarles ese color a través de la pintura”, puntualizó.
A pesar de la inestabilidad derivada de la situación socioeconómica de Venezuela, la residente de Maturín contó que, por medio del arte, ha tenido logros que antes “veía imposible”. Por ejemplo, costear un diplomado en Arte Terapia, en Caracas.
Para ella, el amor y la satisfacción de hacer algo que le apasiona, ha hecho que valga la pena.
“Si es lo que amas hazlo. No hay nada más satisfactorio que trabajar en lo que te gusta, y aunque es un camino largo, la constancia hace el éxito”, concluyó.
Maturín / Oriana García Rivas
