La ultraderecha radical, que desde hace dos meses acampa a las puertas de los cuarteles y exige sin ningún pudor un golpe militar, es desde ya un muy incómodo ruido de fondo en el Brasil que este 1 de enero asumirá Luiz Inácio Lula da Silva como nuevo presidente, reseñó la agencia EFE.
El movimiento golpista, investigado por la Justicia, irrumpió el día después de las elecciones del 30 de octubre, en las que Lula derrotó al mandatario saliente, Jair Bolsonaro, con un estrecho margen de 1,8 puntos porcentuales.
Esos grupos ultras, que nacieron en Brasil junto con la llegada al poder del capitán de la reserva del Ejército, todavía se niegan a reconocer el resultado de las urnas y claman por una “intervención militar” que impida la investidura de Lula.
En ese movimiento se inscriben miles de personas que acampan frente al Cuartel General del Ejército en Brasilia, a unos cuatro kilómetros del Parlamento, donde Lula jurará este 1 de enero en presencia de todo el poder político nacional y líderes de una veintena de países.
Brasilia / Redacción Web