A pesar de que las plataformas digitales, las modas y consejos de otras madres podrían condicionar las formas de alimentación de un bebé, el trabajo conjunto entre los padres y médicos es el que debería determinar qué es lo mejor para cada caso.
“La alimentación complementaría se recomienda iniciarla a los 6 meses de edad, cuándo se considera que el niño o niña tiene el desarrollo neurológico, intestinal, renal e inmune necesario para ingesta de alimentos diferentes a leche materna”, expresa la pediatra, Ana Gómez.
Uno de los formatos más populares en la actualidad es el BLW o alimentación complementaria, que consiste en la incorporación de alimentos sólidos en trocitos blandos o alargados, que puedan ser sostenidos por las manos del infante. Ello pone en segundo plano el consumo de papillas o purés que las madres suelen administrar con cucharillas.
De acuerdo al testimonio de la especialista, quien ejerce labores en Barcelona, la mayor preocupación entorno a esta práctica es el atragantamiento. Asimismo, hay quienes temen por las deficiencias nutricionales o de hierro.
“Actualmente se han hecho modificaciones que disminuyen estos riesgos y mantienen los beneficios del método de alimentación guiados por el bebé o BLW”, agregó.
A su juicio, lo ideal es que cada niño reciba una supervisión individualizada, para que junto a los representantes se pueda escoger el mejor tratamiento de este proceso, de acuerdo a sus verdaderas necesidades.
Barcelona / Oriana García Rivas