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Tareas dirigidas: el "salvavidas" de padres y representantes durante la pandemia

marzo 6, 2022
Padres han inscrito a sus hijos en tareas dirigidas porque reconocen que no cuentan con la pedagogía necesaria para explicar las diferentes asignaciones y materias / Fotos: Arturo Ramírez

No hay dudas de que la pandemia de Covid-19, la cual mantiene en zozobra al país desde marzo de 2020, ha cambiado el estilo de vida de la mayoría de las personas.

Pese a que ya se crearon diferentes vacunas contra el virus y se han flexibilizado las medidas de prevención, las cosas aún no han vuelto a ser como antes. Básicamente hay una nueva normalidad.

Todas las áreas de la vida de la ciudadanía han sufrido modificaciones desde que se detectó el primer caso del coronavirus, pero uno de los más afectados ha sido el sistema educativo.

Y es que ante las deficiencias en la señal de Internet en Venezuela y la falta de las herramientas necesarias para dar clases online, la educación sufrió, especialmente  durante los primeros meses de pandemia, un bajón considerable, como lo confirman representantes del gremio de docentes en el estado Anzoátegui.

"Los profesores no tienen teléfonos inteligentes y el Estado tampoco les garantiza los medios para dar clases online", expresó la presidenta del Sindicato Venezolano de Maestros (Sinvema), Maira Marín, apenas comenzó a implementarse la modalidad de actividades a distancia.

Estas circunstancias dificultaron la  comunicación entre docentes y alumnos, lo cual llevó a los representantes a convertirse, prácticamente, en los profesores de sus hijos en casa.

Ello provocó un choque emocional  en más de una mamá, y papá, debido a la falta de experiencia pedagógica, incluso de ciertos conocimientos en muchos casos, para ayudar a sus muchachos en las diferentes asignaturas.

"Yo sufrí demasiado cuando mis hijas no tenían ni el más mínimo contacto con su maestra, porque yo siento que no tengo la habilidad para enseñarles. Yo soy profesional (ingeniero químico), pero igual creo que no poseo la pedagogía necesaria para darles clases. Por eso busqué una profesora para ellas", contó la señora Victoria Lárez.

Alternativa

Ante las complicaciones para ayudar en el proceso educativo a sus hijos, muchos padres optaron por una alternativa que se convirtió en una especie de "salvavidas": las tareas dirigidas.

Esta enseñanza complementaria, que por lo general se imparte en casas específicas, siempre la ha habido en todos los estados del país, pero con la llegada de la pandemia cobró mayor fuerza.

"Desde Fenasopadres concluimos que las clases online constituyeron un rotundo fracaso en todo el sistema educativo. Fueron años académicos perdidos, porque no se logró transmitir a los estudiantes las herramientas y conocimientos pedagógicos requeridos en cada nivel educativo. Además, no se hizo un programa de estudios adaptado a las necesidades, hubo fallas constantes de electricidad e Internet, las escuelas estuvieron sin conexión y sin aparatos electrónicos. Esto sin contar que los docentes y alumnos no tenían equipos para conectarse ni recursos económicos para recargar saldo cuando poseían el celular inteligente. Fue un programa del Ministerio de Educación que no estuvo bien desarrollado".

Gladys Kumbo
Presidenta de Fenesopadres - Anzoátegui

Así lo confirmó la profesora Rosalba Corsetti, quien desde hace más de 20 años ofrece este tipo de clases personalizadas en Puerto La Cruz.

"Las tareas dirigidas siempre han sido un complemento importante en el proceso de enseñanza de los niños y jóvenes. Hoy en día son mucho más importantes por la situación que vive el país con la pandemia. Se ha incrementado el número de niños que asisten a tareas dirigidas, porque a pesar de que los padres son los primeros formadores, no todos poseen la pedagogía necesaria para cumplir con este proceso. Además, en este país ambos padres tienen que trabajar para poder sustentar la casa, y muchos no poseen el tiempo ni las herramientas para apoyar a sus hijos", explicó.

Otra de las que ratificó que ha habido un aumento en la cantidad de niños inscritos en tareas dirigidas fue la licenciada en Comunicación Social, Ana Albornett, quien desde hace dos años, aproximadamente, ejerce esta labor desde su residencia ubicada en la entrada de Pozuelos, en el municipio Sotillo.

"Yo empecé con dos niñas y después me fue aumentando la cantidad de alumnos progresivamente. Primero subió a cuatro y luego a ocho. Los atendía en diferentes horarios. Yo comencé con esto de las tareas dirigidas para ayudarme económicamente, ya que en Venezuela siempre hay que buscar algo que hacer para poder sobrevivir. Y también lo hice porque varias vecinas decían que yo era cariñosa con los niños y que necesitaban ayuda para las clases virtuales de ellos. Ya con el paso del tiempo, estos alumnos se han encariñado tanto conmigo que algunos hasta han dormido en mi casa", comentó.

A diferencia de estos dos casos, la docente Hilda Aristimuño, quien también brinda el servicio de tareas dirigidas desde hace años, aseguró que durante los primeros meses de pandemia  mantuvo la misma cantidad de alumnos (5). Mientras que a partir del mes de septiembre de 2021, cuando se reiniciaron las clases presenciales (bajo medidas de bioseguridad y por grupos reducidos de muchachos), sí se inscribieron más niños en su programa de formación y ayuda complementaria. Actualmente cuenta con 20 alumnos, 10 por cada turno de clases que ofrece.

Afectados por la pandemia
Si bien es cierto que muchos docentes y profesionales en otras áreas han logrado ayudarse económicamente a través de las tareas dirigidas, hay quienes no han corrido con la misma suerte. Un ejemplo de eso es la señora Cecilia Rodríguez, quien es profesora de Matemáticas y durante años ha dado clases personalizadas en su casa ubicada en el sector Chuparín. Ella comentó que con la llegada de la pandemia de Covid-19, su plantilla de alumnos aumentó considerablemente, pero luego no pudo seguir ayudando a los niños y jóvenes porque se contagió de Covid-19. Esto la obligó, comentó, a dejar la formación de alumnos por varios meses. En la actualidad da clases a pocos niños por temor a contraer el virus nuevamente.

La educadora manifestó que por ahora no recibirá a más estudiantes, porque prefiere trabajar con grupos pequeños para poder dedicarle el tiempo que requiere cada uno, con el fin de desarrollar un buen proceso de aprendizaje.

Precios

Según docentes consultados en la zona norte de Anzoátegui, los precios de las tareas dirigidas oscilan entre 8 y 15 dólares mensuales.

La profesora Rolsaba Corsetti resaltó que la mayoría de las personas que imparten esta actividad cobran de forma semanal.

"Yo hasta el año pasado estuve cobrando 2 dólares a la semana, pero también sé de  compañeras que cobran $10 mensuales. En Lechería, por ejemplo, hay quienes cobran 10 dólares pero a la semana", acotó.

La licenciada Ana Albornett expresó que  ella cobra 15 dólares, pero que hay representantes que, por requerir mayor tiempo para sus hijos, cancelan $5 adicionales.

"También tuve el caso de un niño, cuya mamá tuvo un accidente y el papá trabajaba todo el día, por lo cual yo lo ayudaba con el cuidado del niño, prácticamente todo el día, entonces me pagaban 20 dólares y además me traían carne o pollo para que cocinara para todos los niños de las tareas dirigidas", refirió.

Balance

La presidenta de la Federación Nacional de Sociedades de Padres y Representantes (Fenasopadres) en Anzoátegui, Gladys Kumbo, afirmó que las tareas dirigidas se convirtieron en una de las principales soluciones aplicadas por los padres para garantizar el aprendizaje de sus hijos durante el tiempo en que no podían asistir a las aulas.

"En el sector privado pagaban en tareas dirigidas entre 5 y 10 dólares. Cuando era con profesores, el costo podría llegar a $15 y $20 la hora, según la materia a estudiar, y muchos padres tuvieron que hacer un gran esfuerzo para afrontar ese nuevo gasto, puesto que también debían cancelar las mensualidades del colegio. En gran cantidad de casos la morosidad aumentó a niveles alarmantes, porque la prioridad era pagar por las tareas dirigidas y a los profesores privados. Los del sector público, al no tener los medios para acceder al programa oficial ´Cada Familia Una Casa´ y tener niveles de ingresos muy bajos, hicieron el extremo esfuerzo de ubicar a un docente o una vecina que sí poseía teléfonos inteligentes, recibía las orientaciones de las maestras y se encargaba de ayudar al alumno", mencionó.

Kumbo añadió que, igualmente, se comenzó a dar el caso de maestras activas que decidieron ofrecer  tareas dirigidas para realizar las actividades  que ellas mismas asignaban.

"También se detectó el servicio de algunos docentes que iban a la casa del alumno para darle las clases. En este sector el pago era mucho más económico: entre 1 o 2 dólares y en gran medida  se hacía con alimentos de la cesta básica: un paquete de arroz, pasta o harina de maíz", dijo.

Puerto la Cruz /  Jesús Bermúdez Pino

 ET 

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