La ética es la rama de la filosofía que estudia lo correcto o equivocado del comportamiento humano, la moral, virtud, felicidad, el deber y buen vivir. Además, tiene como centro de atención las acciones que llevamos a cabo. Por su parte, el filósofo e intelectual español Fernando Sabater afirma: "La ética es el arte de elegir lo que más nos conviene para vivir lo mejor posible".
Si llevamos estos razonamientos al terreno de la participación electoral, podemos aseverar que el votar o el no votar es algo que nos atañe solo a nosotros, que es una elección personalísima que va en función a nuestro criterio y valores, por lo tanto, hacerlo o no va mucho más allá de abstenernos o inhibirnos, porque termina siendo un asunto ético.
Amparado entonces en mi libre albedrío, considero que "no votar" el 20 de mayo significa oponernos a todo un entarimado de corrupción, vicios, malas prácticas, falacias, malos ejemplos, ruindad, decadencia y muerte que representa este régimen… No votar en esta oportunidad significa ir en contra de este modelo económico maligno, de este sistema político y social carcomido por la inoperancia, vileza, perversión, improvisación, corruptelas y por los más bajos instintos.
Aclarando, que el “acto de votar” en sí mismo es trascendente, siempre y cuanto represente la materialización de una decisión individualísima. Siempre y cuando signifique que usted, de verdad, está ejerciendo la potestad de cambiar a los sujetos que hoy pernoctan en la “casa de Misia Jacinta” (léase Miraflores) por personas de mayor integridad. Siempre y cuando nos permita enderezar el rumbo que lleva el país y así evitar el precipicio inminente que proponen estos espectros del averno.
Y este acto personalísimo se ejerce amparado en nuestra conciencia, de allí que sea un mandato netamente ético, y más aún cuando la ética se abraza con la moral, "o ese conjunto de normas, valores y creencias aceptadas en una sociedad que sirven de modelo de conducta y valoración para establecer lo que está bien o lo que está mal".
Por eso es inmoral y antiético participar electoralmente este 20 de mayo… Porque no están dadas las condiciones para que el acto de votar nos garantice que realmente se respetará nuestra voluntad, nuestro deseo concretísimo de cambio hacia derroteros más justos y dignos. Porque está más que probado que en los últimos años se han diluido las garantías que avalaban nuestro derecho a elegir nuestro propio destino. De allí que sea tan grave este asunto.
Finalmente amigo lector, todo proyecto ético (ya sea personal o colectivo), debe partir necesariamente de la condición de ser libres. Del hecho que podamos reunirnos con quienes queramos y cuando mejor los dispongamos, que podamos expresar nuestras opiniones como mejor nos plazca, sin que por ello se cree ningún altercado o consecuencia, que todos podamos intervenir en los asuntos públicos con amplio radio de acción sin que eso produzca resquemor o amenazas, que todos podamos trasladarnos e instalarnos donde nos dé la gana, sin privaciones de ningún tipo... Que todos podamos votar por el mejor hombre para que rija los destinos de la nación, pero en un marco de respeto, equidad, justicia, equilibrio y legalidad.
En pocas palabras, nuestro mayor bien es ser libres. Y esta libertad debe ser respetada y acatada.
Así de simple.
Lechería / Antonio Ricóveri