Los zarpazos dejan ver el color terracota de la tierra. Mineros ilegales desbrozaron el verdor de las montañas para extraer oro en Ecuador, que a la par entró en la era de la explotación industrial a gran escala.
En las escarpadas montañas de La Merced de Buenos Aires, en el norte de Quito, la fiebre del oro también derivó en la formación de barriadas, que entre la bruma difícilmente dejan ver cientos de covachas construidas con madera y plástico para cubrir bocaminas, donde se ofrecen hasta servicios de prostitución y telecomunicación con antenas satélitales.
"Era un trabajo muy duro pero valía la pena por lo que se ganaba", dice un minero que "ni de chiste" da su nombre ni se deja grabar tras un reciente desalojo masivo del área ocupada, en la que operaban grupos armados según autoridades.
El hombre, de manos toscas y uñas reventadas por los errados golpes del martillo sobre un cincel con el que rompía la roca, agrega: "Nos sacaron, pero el oro es como un imán: atrae lo bueno y lo malo".
El último episodio en pos del metal brillante sedujo hasta 15.000 personas. Para llegar a ganar unos 150 dólares por día en medio de la nada, los mineros (incluidas familias con niños) picaban el material rocoso que arroja hasta 40 gramos de oro por tonelada.
"Para que sea un buen negocio, hay que obtener entre tres y cuatro gramos de oro por tonelada de material extraído de manera legal, con pago de impuestos, regalías y todo", señala el experto minero Andrés Ycaza.
Mafias alrededor del oro
Buenos Aires, con 1.800 campesinos, se transformó con el arribo de inmigrantes desde finales de 2017 para dedicarse kilómetros más adentro a una actividad comparada con la del narcotráfico.
"A medida que fue aumentando la gente fue saliendo el oro. Comenzó a venir gente de Venezuela, Perú, dominicanos, de todo el Ecuador", contó Germán Fraga, de 50 años.
El vecino de esa población andina anota que "la comida en las tiendas ya faltaba. Entonces, ellos mismos comenzaban a abastecerse, a traer en camionetas, en lo que podían". Tal era la cantidad de dinero que circulaba que la bombona de 15 kg de gas de uso doméstico, cuyo precio oficial es de 1,60 dólares, se vendía en las minas a 40.
La situación en esa zona aurífera, parte de una concesión a la australiana Hanrine, obligó hace un mes a la incursión de 2.400 policías y militares, el mayor operativo contra la minería ilegal para desalojar a varias miles de personas, sin que hubiera incidentes.
La minería ilegal pone en riesgo la seguridad del Estado en dimensiones como las del narcotráfico debido a la presencia de mafias de todo tipo.
"El dinero es muy fácil de lavarse, de limpiarse, de manejarse. Lo que vimos en Buenos Aires claramente pone en evidencia eso", indica el viceministro de Minas, Fernando Benalcázar.
"Es un negociazo. El gramo de oro actualmente se cotiza entre 40 y 45 dólares", sostiene Ycaza.
Minería = salvación
Tras la incursión de la fuerza pública, las minas ilegales en las montañas de Buenos Aires quedaron desoladas y bajo custodia.
"Material aurífero decomisado", se lee en una hoja colocada sobre apiñados sacos con tierra y rocas y que suman miles y miles en las vastas extensiones sometidas a la indiscriminada explotación.
Decenas de generadores de electricidad con gasolina están acordonados por cintas amarillas con la leyenda: "ESCENA DEL CRIMEN - PROHIBIDO EL PASO".
Ecuador, dependiente de los ingresos petroleros, desarrolla cinco proyectos mineros con reservas por 11,1 millones de onzas de oro, 51,6 millones de onzas de plata y 9,8 millones de toneladas de cobre, que se colocarían entre los principales yacimientos del mundo.
Agencias / Quito