¡23 de enero! ¡23 de enero! Entre las fechas de nuestra historia esta es emblemática y cada día más importante, no tanto para nuestro pasado, sino para nuestro presente y futuro.
A los venezolanos, en este año, no nos basta con recordar los hechos acaecidos hace más de 60 años atrás, sino que tenemos que rescatar de ellos su real importancia actual.
Tanto como aquellos que valoran la gesta redemocratizadora del país con Rómulo Betancourt, Jóvilo Villalba y Rafael Caldera a la cabeza, como aquellos que defienden en legado de orden y progreso que dejó el General Marcos Pérez Jiménez, todos tienen que valorar esta fecha.
Los primeros, para que aprecien ese sistema de libertades, que a pesar de sus errores, dejó una Venezuela pujante y ejemplo de América Latina, como los segundos que patrocinan un régimen que por encima de las acusaciones de opresión cimentó las bases de una economía floreciente, y construyó un país de progreso demostrable en todo tipo de indicadores.
Ambos deben ver el pasado para encarar el futuro. Hoy, tanto socialdemócratas, demócratas cristianos y liberales, como los defensores del Nuevo Ideal Nacional y de una visión nacionalista en lo político y en lo social, tienen que unirse frente a un adversario común.
El socialismo, quien es el eterno enemigo de los nacionalismos, y el verdugo de los sistemas democráticos donde pululan la socialdemocracia y el socialcristianos, ha generado un caos de dimensiones apocalípticas en Venezuela.
El socialismo busca eternizarse para destruir la libertad que defienden los liberales, la justicia social y la democracia que aúpan los socialdemócratas, además de la moral y la participación ciudadana que promueven los democristianos. Ese socialismo, es el mismo que quiere borrar, como sea, los ideales del nacionalismo y de la soberanía nacional.
Frente a esto, todos aquellos que repudian un sistema hambreador, desolador, destructor de las sociedades, deben unificarse para materializar el sueño de una Venezuela diferente, libre y de bienestar para todos los connacionales.
Lo que ayer nos separó, es cuestión del pasado. Hago votos desde estas líneas para que conversadores y liberales, centro izquierda y centro derecha, para que cada uno de los partidos y/o pensamientos políticos converjan, al lado de los ciudadanos, para construir juntos un país mejor, alejado del totalitarismo socializante que nos hundió en el lodazal de la miseria y el caos.
El 23 de enero es, y debe ser, para unos un ejemplo de lucha, constancia y fortaleza. Y para otros, los nacionalistas, un llamado de atención para rescatar los valores que defienden ante la permanencia de un socialismo abrazador y aniquilador.
No es hora de ver al pasado con nostalgia, sino de aprender de él, con mirada crítica, para poder avanzar sin sombras del ayer, sin máculas ni rencillas de antaño.
El país espera de nosotros unidad. Y es unidad lo que debemos edificar con sacrificios, con esfuerzos y con real sentimiento patrio.
Venezuela está en el umbral de una nueva etapa, ojalá todos tengamos el coraje de atravesarlo por el bien de nuestra nación. Así de sencillo.