“Andar perfumadito se ha vuelto una costumbre aniquilada por la economía de Venezuela”, señala Margarita Veliz, encargada de una tienda dedicada a la venta de perfumes en la ciudad de Barcelona.
“Una de las cosas que no pueden faltar entre los implementos de la mujer es una fragancia, y yo creo que es lo que menos tienen en la actualidad”.
Explica que hay días en que cierra los ingresos del negocio en cero, pues no se vende ni una colonia para damas o caballeros cuando en años anteriores se expendían más de 40 diariamente.
“Ni la fragancia más barata que tenemos la han buscado los clientes en estos días”, dijo en alusión a uno de los productos aromáticos, que por costar 60 mil bolívares era el más solicitado.
Refirió que una de sus últimas clientas le comentó que el perfume que llevaba era gracias a los ingresos de su esposo, quien trabaja en otro país.
Barcelona / Milena Pérez